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2 años atrás

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2 años atrás

—Te estás volviendo un hábito —dije, sonriendo mientras me dejaba caer en el sofá de su pequeño apartamento.

Era la cuarta o quinta vez que veía a Niragi en la semana, aunque eso se había vuelto recurrente en los últimos meses pese a que siempre decíamos que solo follábamos. Nos habíamos encontrado en mi apartamento, y ahora estábamos tirados en el sofá, con una película de fondo que ninguno de los dos prestaba realmente atención.

Niragi levantó la vista de su teléfono y sonrió de medio lado, ese gesto arrogante que me había cautivado desde el principio.

—¿Acaso te estás cansando de mí? —preguntó, alzando una ceja.

—Me gusta tu compañía, supongo —dije, encogiéndome de hombros—. ¿No te gusta la mía?

—Tu compañía es... entretenida —respondió él con una sonrisa burlona, como si estuviera disfrutando de una pequeña provocación.

Rodé los ojos, acostumbrada a su forma de ser. No era la primera vez que respondía de esa manera, dejando claro que nuestra relación se limitaba a encuentros casuales y físicos.

—Eso suena a cumplido viniendo de ti —comenté, tratando de no tomármelo personalmente.

Niragi rió entre dientes y se inclinó hacia mí, sus ojos oscuros brillando con diversión.

—Bueno, no es como si hubiera muchas personas con las que disfrutara pasar el tiempo —admitió, jugando con el borde de su teléfono—. Pero tú... tú eres diferente.

La sinceridad inesperada en su voz me tomó por sorpresa. Lo miré fijamente, buscando alguna señal de que estaba bromeando, pero sus ojos no mostraban rastro de su típica ironía.

—¿Diferente en qué sentido? —pregunté, sin poder evitar sentir curiosidad.

Se encogió de hombros, como si estuviera considerando sus palabras.

—Eres... auténtica, supongo. No te escondes detrás de falsas pretensiones como muchas personas por ahí —respondió finalmente, su tono un poco más serio de lo habitual.

Me sentí halagada y confundida al mismo tiempo. Aunque Niragi y yo habíamos establecido desde el principio que no éramos más que amigos con beneficios, sus palabras sugerían algo más profundo, algo que ambos evitábamos discutir abiertamente.

—Tú también eres... auténtico, de una manera... peculiar —respondí con una pequeña sonrisa, intentando aligerar la atmósfera.

Soltó una risa corta y se levantó del sofá, caminando hacia la pequeña cocina de su apartamento.

—¿Quieres algo de beber? —preguntó, cambiando abruptamente de tema.

Asentí y me acomodé mejor en el sofá mientras él preparaba dos bebidas. Observé su espalda, consciente de que Niragi no era del tipo que se abría fácilmente sobre sus sentimientos o pensamientos más profundos. A pesar de nuestras interacciones frecuentes, había una parte de él que permanecía distante y enigmática.

Toxic Ties [Suguru Niragi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora