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Los seis participantes habíamos ingresado al área de juego, un espacio angosto y meticulosamente calculado entre los vagones de carga apilados junto al puerto. El aire olía a sal y óxido, mientras el sonido distante de las olas chocando contra el muelle reverberaba en el ambiente. Me tomé un momento para observar la disposición del lugar: filas interminables de contenedores extendiéndose como un laberinto mecánico. No había ningún lugar seguro, ni una cobertura adecuada. Sabía que tendríamos que movernos rápido y, sobre todo, con precisión.

Kyuma estaba al frente, explicando las reglas del juego con un entusiasmo desconcertante. Pero mi mente apenas lograba concentrarse. Toda mi atención estaba atrapada en un solo detalle: él estaba completamente desnudo. Era desarmante, y no solo por la falta de ropa, sino por la seguridad con la que se movía. Su piel bronceada reflejaba los rayos de sol que se filtraban entre los contenedores, y cada músculo de su cuerpo parecía esculpido a la perfección, desde sus hombros anchos hasta su abdomen tensado con cada palabra que pronunciaba.

Desvié la mirada, incómoda. No podía negar que había algo hipnótico en él, algo más allá de su desnudez. Era su confianza lo que más me perturbaba, como si desnudarse frente a nosotros fuera tanto un acto de desafío como de vulnerabilidad. En este mundo había visto a muchas personas excéntricas, pero Kyuma era otro nivel.

Sus largas piernas, firmes y elegantes, se movían con una fluidez que casi parecía despreocupada. A cada paso, sus caderas se balanceaban de manera natural, y su cabello oscuro y despeinado caía en mechones rebeldes sobre su frente. Pero lo que realmente capturaba la atención eran sus ojos. Oscuros, brillaban con una chispa de travesura, observando a todos los presentes con una mezcla de interés y superioridad. Su sonrisa confiada solo reforzaba esa sensación, como si todo esto, nuestra vida y muerte, no fuera más que un juego para él.

—Como decía... —continuó, su voz grave resonando entre los contenedores—, este es un juego a matar o morir. Esas son las reglas.

Parpadeé, obligándome a procesar sus palabras. Nunca había jugado en grupo, y prefería los juegos que dependían de la fuerza bruta o la destreza física. Esto era diferente. El aire se sentía pesado, y no lograba sacudirme la incomodidad que me provocaba toda la situación.

De repente, nuestros ojos se cruzaron. Kyuma me observaba con esa sonrisa pícara que tanto detestaba.

—¿Algo que no entiendes? —preguntó, alzando una ceja, claramente disfrutando de mi incomodidad.

Sentí una oleada de irritación. No solo por su tono descarado, sino porque, a pesar de todo, no podía evitar distraerme. Apreté los dientes, obligándome a concentrarme en lo que decía y no en cómo su pecho subía y bajaba con cada respiración.

Tragué saliva, tratando de mantener la compostura. He estado en situaciones extremas antes, pero esta se sentía diferente, más opresiva. Era como si cada movimiento mío estuviera siendo observado y evaluado, y la sensación de vulnerabilidad me enfurecía. El sol implacable sobre mi piel, el sudor deslizándose por mi cuello, solo añadía al malestar. A mi lado, Niragi soltó una risa baja, claramente disfrutando de mi incomodidad.

—Nada. Todo claro —respondí finalmente, intentando sonar más firme de lo que me sentía.

—Entonces repartan sus puntos y comencemos —dijo Kyuma, dándose la vuelta con la misma facilidad y gracia que antes.

Cuando Niragi se inclinó hacia mí, sentí su cercanía como una presión incómoda.

—¿Te pusiste nerviosa? —murmuró en tono venenoso, lo suficientemente bajo para que solo yo pudiera escucharlo. Aunque mantenía su postura relajada, sus ojos brillaban con esa satisfacción cruel que conocía demasiado bien.

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⏰ Última actualización: Sep 30 ⏰

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Toxic Ties [Suguru Niragi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora