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Dos años atras

Akane y yo estábamos sentadas en el parque, justo en nuestro banco habitual bajo el gran árbol que nos había visto crecer juntas. El sol estaba empezando a ponerse, tiñendo el cielo de un cálido tono anaranjado que contrastaba con la frialdad en la voz de la chica a mi lado. Estaba inquieta, jugando con los bordes de su chaqueta mientras me miraba con una mezcla de preocupación y algo que no podía identificar del todo.

—Tenemos que hablar —dijo de repente, rompiendo el silencio que se había vuelto incómodo entre nosotras. Sus ojos se clavaron en los míos, y sentí un pequeño nudo formarse en mi estómago.

—¿Sobre qué? —respondí, tratando de sonar casual mientras me acomodaba en el banco. Pero no podía evitar sentir una creciente incomodidad, como si ya supiera a dónde iba esto.

Ella suspiró, como si estuviera reuniendo el valor necesario para continuar. Sus dedos dejaron de juguetear con su chaqueta y me señaló con la mirada, más específicamente a mi cuello, donde sabía que los chupetones y los moretones eran difíciles de ignorar.

—Es sobre Niragi —dijo finalmente, su tono serio—. No me gusta cómo te trata, Nanami. Y no me gusta en lo que te has convertido desde que estás con él.

Sentí que mi cuerpo se tensaba de inmediato. No era la primera vez que alguien insinuaba algo sobre Niragi, pero viniendo de Akane, mis defensas se alzaron aún más. Ella era mi mejor amiga, la persona que más me conocía en este mundo. Y, sin embargo, en ese momento, sentí la necesidad de proteger lo que Niragi y yo teníamos.

—No empieces con eso otra vez —respondí, con una risa que sonó más nerviosa de lo que pretendía—. Todo está bien. Niragi y yo... simplemente somos intensos, eso es todo.

Pero Akane no se dejó convencer tan fácilmente. Se inclinó hacia adelante, su expresión se endureció mientras sus ojos se llenaban de una mezcla de tristeza y desesperación.

—Nanami, no es normal lo que estás pasando. Tienes marcas por todo el cuerpo, y no me digas que son accidentes. Sé que no lo son. Has cambiado tanto en estos dos meses que apenas te reconozco. Antes eras... no sé, más libre, más tú. Ahora parece que te has convertido en otra persona, como si él te estuviera consumiendo.

Mis manos comenzaron a temblar ligeramente, así que las apreté con fuerza sobre mi regazo, intentando contener la oleada de emociones que ella estaba despertando en mí. No quería escucharla, no quería admitir que tal vez tenía razón. Niragi era... complicado, pero también era todo lo que tenía en ese momento. Sentir que alguien me deseaba, que alguien me quería tan intensamente, era algo que nunca había experimentado antes. Y eso me asustaba tanto como me atraía.

—No es así —repliqué, mi voz apenas un susurro—. Él me quiere. Me lo demuestra de su manera, pero lo hace. Y yo... yo también lo quiero.

Akane negó con la cabeza, su expresión se suavizó un poco, pero la determinación en su mirada no desapareció.

—Querer a alguien no debería hacerte daño, Nanami. No debería cambiar quién eres ni llenarte de miedo. Mírate, por favor. Esto no es amor, es otra cosa, y tú no eres la misma persona desde que empezaste a salir con él.

Miré hacia otro lado, incapaz de soportar la intensidad de su mirada. Sentía que algo dentro de mí se rompía un poco más con cada palabra que Akane decía, pero no podía admitirlo. Si lo hacía, significaría que todo lo que había vivido con Niragi no era real, que todo lo que había sacrificado no valía la pena. Y eso... eso era algo que no podía soportar.

Toxic Ties [Suguru Niragi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora