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Íbamos subiendo al camión para ir camino a CDMX, como se lo prometí a Igor me senté con sus niñas, la mayor en el asiento hacia la ventana y la niña pequeña estaba en mis piernas.

Tarde que temprano la mayor ya estaba dormida con su cabeza recargada en mi hombro y la niña pequeña acostada sobre mi, yo las amo mucho, son como mis sobrinas, así que no me molestaba. Mientras que Caro e Igor no perdían el tiempo, ellos estaba unos asientos adelante de ellos míos y estaban beso y beso.

Zendejas y Ángel iban en los asientos de a un lado mío.

Al llegar desperté con cuidado a las niñas y bajamos.
— Mil gracias, corazón.—Me dijo Caro mientras se despedía y me daba un beso en la mejilla.
— Gracias, niña.—Dijo Igor y yo solo reí un poco.
— No me agradezcan, saben que siempre es un placer y honor cuidar a sus nenitas lindas.—Dije mientras me despedía de los 4, empecé a caminar lejos hacia el estacionamiento para encontrar mi pequeño auto que dejé ahí estacionado cuando nos fuimos a GDL.

— El club si te deja un buen sueldo, eh.—Dijeron tras de mí en mi oído y yo me espanté.
Sí, de nuevo la peor pesadilla estaba aquí.
— Algo así... ¿Qué quieres?—Pregunté sin mirarlo y aún caminando hacia el final del estacionamiento esperando encontrarme a alguien.
— O te pagan muy bien o te pagan muy bien por acostarte con cada uno de esos babosos, pinche puta, como siempre.—Dijo acelerando el paso y yo hice lo mismo para que no me alcanzara, obviamente ignoré su estúpido comentario.
— Te estoy hablando, y cuando te estoy hablando me miras a los ojos y me respondes ¿o te lo tengo que recordar como en los viejos tiempos?
— Déjame, Córdova.
— Escucha, solo vengo a pedir dos cosas-
— No, no voy a volver contigo, déjame ya.—Lo interrumpí y el rió.
— ¿Volver? Nah. Solo quiero pedirte una cosa entonces... Una última noche conmigo ¿hace cuánto no cojes?—Preguntó sin vergüenza  y con firmeza.
— No es de tu incumbencia.
— Si lo es, después de mí no puede haber otro hombre en tu vida.
— Créeme que sí.—Dije y al llegar al tope del estacionamiento era una barda, estaba acorralada por él y no me dejaba ir.
— ¿Ah, sí?—Dijo mientras tomó mis dos manos y las puso sobre mi cabeza inmovilizándolas y poniendo una pierna sobre las mías para que no las moviera o no pateara, me comenzó a besar el cuello.
— Sebastián, para.—Dije mientras cerraba los ojos.
No le importó y siguió.
— ¡Para ya!—Dije con impotencia.
— ¿No comprendes que es un "para" o te lo explico a vergazos mi rey?—Dijo Ángel tras Sebastian.
— ¿Tú a qué vienes a chingar?—Respondió Sebastián molesto mientras se giraba a verlo.
— Vengo a defenderla, porque no mames eso ya es acoso y abuso.
— ¿Y quién pidió tu ayuda o qué? Ella están totalmente de acuerdo ¿Verdad, mi amor?—Preguntó y yo negué rápidamente con la cabeza y éste estaba apunto de darme una cachetada hasta que Ángel lo empujó hacia atrás.
— No le vuelves a poner una mano encima, cabrón. Nunca en tu puta vida.—Dijo Ángel después de empujarlo.
— A ella no tal vez pero a tí sí.—Dijo Sebastián y sin pensarlo dos veces le soltó un golpe en la boca a Ángel.
— Sebastián, déjalo.—Grité al ver como lo golpeó pero Ángel no se quedó callado y le regresó el golpe en el ojo haciendo que éste casi se caiga.
— Cabrón, neta, déjala ser feliz por una puta vez en su vida.—Dijo Ángel molesto y Sebastián asintió con una pequeña sonrisa, para después acercarse a mi rápidamente pero Ángel se puso en medio.
— Déjame con ella.—Pidió Sebastián.
— No, tuviste tu oportunidad y la desaprovechaste a lo pendejo, ella te amaba, te amaba wey y ¿cómo se lo pagabas? ¿golpeándola cada vez que llegabas a casa y estabas molesto porque te fue mal en los entrenamientos o en algún partido? ¿golpeándola cada vez que ella rechazaba que tuvieran sexo y aún así obligándola? ¿prohibirle salir con sus amigos?
No la valoraste y la perdiste, y aún así ella te daba oportunidad tras oportunidad pensando que ibas a cambiar.
— Te lo voy a dejar claro, porque no pienso repetirlo en algún otro encuentro que lleguemos a tener, ella no es feliz sin mi, como tú dices, a pesar de todo ella me amaba y lo sigue haciendo, por eso no habrá otro hombre en su vida, porque yo no lo permitiré.—Respondió Sebastián molesto y con una sonrisa burlona.
— Entonces nos iremos a lo legal, si tanto quieres estar cerca mío después de todo, será lo que diga un juez.—Dije yo poniéndome en medio de los dos quedando frente a Sebastián.—Y por consecuencia este problemita se irá a la noticias, vas a perder fans, apoyo, amigos e incluso a tu club.
— No, no, no, son chingaderas. Tú sabes perfectamente que no puedes ir a decir a ninguna persona de la ley todo esto.—Dijo acercándose más a mi.
— ¿Acaso tus amigos que me están hostigando para que vuelva contigo saben todo lo que me hacías?
— No y no tienen porque saberlo, y si se te ocurre decir algo créeme que sé perfectamente tus puntos débiles... Como Igor, sus hijas, su esposa, Kevin, Emilio, ahh y ahora Luis Ángel.
— Que ni se te ocurra.—Dije mientras mis ojos se me cristalizaban.
— Bebé, pudieras evitar todo esto si regresas conmigo.—Dijo mientras ponía una mano en mi cintura y la otra en mi mandíbula mientras la apretaba fuertemente.
Ay ya cabrón.—Dije molesta y lo empujé.
— Esa boca.—Dijo Sebastián.
— ¿No te cansas?—Preguntó Ángel para empujarlo nuevamente haciendo que pierda el equilibrio y casi se caiga nuevamente.
Sebastián se reincorporó inmediatamente y le soltó un golpe en el ojo a Malagón, Malagón no se quedó quieto y le dió un golpe en la boca haciendo que ahora si se caiga.
— Que te quede claro, no te le vuelves a acercar.—Dijo Ángel para después tomar mi mano e irnos hacia mi auto, él abrió mi puerta y me subí y el se fue a la del conductor.
— Luis, no puedes manejar así, déjame manejar a mi, te llevo a mi casa y te curo las heridas.—Pedí y éste negó.
Estoy bien, Sof.—Me respondió y negué.
— No estás bien, déjame manejar.

Finalmente después de discutirlo un minuto él accedió y yo conducía hasta mi departamento, subimos y al entrar lo miré.

Siéntate en el sillón, déjame voy por alcohol, curitas y pomada.—Dije mientras señalaba el sillón y me iba a buscar las cosas al baño.
Regresé en unos segundos y el ya estaba sentado esperándome.
— Tendré que hacer esto para que sea más cómodo curarte.—Dije mientras me sentaba en su regazo y el rió.
— Mmm ¿apoco?—Dijo y yo reí y golpeé su hombro suavemente.
— Luis! Déjame curar las heridas.—Dije para después con un algodón con alcohol lo pasé por la herida de a un lado del ojo y el se quejó.
— Ahh, me duele!—Dijo quejándose.
— Si te sigues moviendo te va a doler más.—Lo regañé y éste soltó un risa chiquita.
— Así me gustan, regañonas.—Exclamó riendo y yo rodeé los ojos.
— Luis Ángel!—Llamé la atención y seguí curando, el se quejaba poco pero miraba con atención.
Terminé lo del ojo.
— Te falta el labio.—Me recordó y yo asentí.
Iba a poner otro algodón con alcohol en la herida de el labio pero él quitó mi mano.
— Así no se curan las heridas de los labios.
— ¿Ah, no? ¿Entonces cómo?
— Así.—Me dijo para después darme un beso, el cual yo seguí, puso sus manos sobre mis caderas y yo en su nuca.

Fácil duramos unos 10 minutos beso tras beso, hasta que terminamos acostados, puso su cabeza sobre mi pecho y le estaba haciendo piojito.

— Gracias por defenderme y arriesgarte por mi, lo aprecio demasiado, te aprecio demasiado.—Dije en tono bajo y tranquilo.
— Es una pequeña muestra de mi amor.
— ¿Pequeña? Terminaste lastimado, Luis Ángel.
— ¿Y? Fue para defenderte y con eso y el premio de esos besotes de ahorita estoy satisfecho.
— Gracias...
— No agradezcas, bonita.—Me dijo y finalmente terminamos dormidos los ambos.

🤍🖇️

Holaaa ¿cómo están?

Por fin le pusieron un estate quieto a Sebas, pero...¿Durará?
Háganme saber en los comentarios si les gustó este cap y no se olviden de votar.

Cuídense y tomen agüita. 🫶🏻

ᴇʟʟᴀ ɴᴏ ᴇꜱ ᴛᴜʏᴀ - 𝘓𝘶𝘪𝘴 Á𝘯𝘨𝘦𝘭 𝘔𝘢𝘭𝘢𝘨ó𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora