El siguiente par de días no fueron los mejores para Aspen. Se encontraba molesto con toda la discusión que tuvo con Alexandria. No dejaba de pensar en lo mucho que odiaba eso y aunque intentó por todos sus medios olvidarlo, haciendo infinidad de actividades, nada parecía sacarla de su cabeza. Ella se había esforzado por no aparecerse en su camino esos días y eso pareció molestarle más.
No dejaba de caminar alrededor de la cubierta molesto, buscándola entre los demás. No, ella había dejado claro su punto de no querer verlo más y eso lo enfurecía. ¿Quién se creía que era esa mujer para actuar así con él? No estaba acostumbrado a esas clase de desatención.
Estaba marcando un mapa, pero el recuerdo de la joven lo distrajo al punto que marcó mal y tuvo que hacer bola el papel y tirarlo. Fue entonces cuando Willemby entró a su despacho y vio sorprendido el pedazo de mapa tirado en el suelo.
—Señor, su mapa… —se inclinó recogerlo pero Aspen le hizo un gesto con la mano.
—Déjalo, es basura ya. Me equivoqué al marcarlo.
Apenas podía concentrarse y eso lo volvía loco. Willemby, quién era de la pocas personas en ese barco que realmente conocía a Aspen y su temperamento, lo miró con perspicacia.
—¿Pasó algo con la señorita Alexandria?
Aspen bufó ante su mención. Siempre pasaba algo respecto a ella, parecía que últimamente todo terminaba relacionándose con ella.
—No puedo creer que ni siquiera tenga la decencia de salir del camarote —soltó molesto.
Willemby lo miró como si no supera qué decir, miró hacia los lados, luciendo culpable. Entonces Aspen entendió que sabía algo que él no.
—Sabes algo, ¿no es así?
El joven tragó saliva antes de decir:
—En realidad, la señorita si ha salido en estos días. Solo que… busca salir cuando usted no está presente.
Aspen no daba crédito a sus palabras, así que ahora estaba evitándolo deliberadamente. Sin duda no había sido imaginación suya todo aquello, Alexandria estaba siendo una maleducada a propósito.
Se levantó de su asiento y dio un par de vueltas a su escritorio.
—Soy el capitán de este barco.
Willemby pareció algo extrañado con esa declaración, pero asintió con la cabeza.
—Lo es, señor.
—Mis tripulantes no pueden ignorarme, sería una grosería.
—Me temo que sí, señor.
Si Alexandria estaba buscando evitarlo, entonces él haría todo lo opuesto. Ella solo se aparecía cuando Aspen estaba lejos u ocupado. Ahora se iba a convertir en su pesadilla. No podía seguir ignorando al capitán, por más que lo intentara.
Esa tarde, le dio la tarea a Willemby de investigar los horarios aproximados en los que la joven salía del camarote. Eran cerca de las seis de la tarde cuando salió a cubierta, el momento de cena de todos. Habían organizado unas cuantas cajas alrededor de la cubierta, para poner los platos y ver el atardecer.
Usualmente a esa hora, Aspen solía irse a su despacho a seguir haciendo planes y marcar mapas. Era lo más normal que nadie lo viera después de ese horario, sin embargo, esa tarde no fue así. Esperó unos minutos a que llegaran todos a cubierta, entonces vio la vio salir de su camarote.
Siguió a uno de los jóvenes con los que la vio cantar esa noche y se sentó con los demás. Parecía relajada, muy tranquila de no tener que ver a Aspen y le enfureció más.
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El mar que nos atrapa | Completa
RomanceCuando Alexandria Lovelace decide que el mundo en el que se encuentra no es el que ella quiere. Un mundo donde las mujeres siguen siendo monedas de cambio y solo con el objetivo de tener hijos, ella decide que su vida no tomará aquel curso. Así que...