Aspen pensó que había llegado demasiado tarde. Cuando estaba apunto de irse, vio el grupo de hombres vestidos en uniformes y como iban como soldados listos para la batalla.
No había duda de que Alexandria sería su objetivo y no pudo evitar detener el Katherina. Si ella estaba en algún lugar sola, sería el objetivo más fácil. Estaba en un sitio desconocido y él la había abandonado a su suerte. ¿Cuáles eran las posibilidades?
Anunció a sus tripulantes que necesitaba unos cuantos hombres y junto con Willemby regresaron a las calles. Mientras preguntaban por el paradero de Alexandria, Aspen recordó aquella mujer con la que la vio interactuar. Siguieron una calle llena de casas sencillas y pequeñas hasta que dieron con la casa que él recordaba. Maldijo por lo bajo al notar que ya estaban allí sosteniendo a Alexandria y a la otra mujer.
No pudo evitar sentir odio hacia aquellos hombres y su manera tan violenta de tratar a las mujeres. Aspen no quería perder un minuto más, pero cuando estaba por intervenir, uno de ellos mató despiadadamente a la mujer causando que Alexandria gritara. Fue un grito de dolor qué atravesó el corazón de Aspen. Willemby miró la escena asustado.
—Señor... no creo que...
—Las bombas, ¿las tienes?
Tenían listas unas bombas caseras que siempre solían guardar por casos de emergencia. Willemby le pasó una y los demás también tomaron una. Lograron lanzar cada una de estas a la casa, distrayendo al líder. Uno de ellos intentó arrastrar a Alexandria y le dio un golpe tras verla histérica por la muerte de la mujer. Aspen entró en acción y su primer objetivo fue ese hombre.
Fue fácil deshacerse de él con unos cuantos golpes qué lo dejaron atontado. Todos sus secuaces salieron huyendo ante las llamas junto con el último, que apenas se libró de las llamas por poco.
Alexandria estaba demasiado alterada gritando hacia el cuerpo inerte de la mujer.
—Tenemos que irnos.
—¡No! ¡Ronica, no puedo dejarla a ella! —intentó acercarse a su cuerpo, pero Aspen la detuvo sosteniéndola por los hombros y mirándola preocupado. Las llamas estaban acercándose a ellos.
—¡No tenemos mucho tiempo, Alexandria! ¡Debemos irnos ya!
—¡No! ¡Me niego! ¡No!
Las lágrimas cayeron por sus mejillas y vio el dolor genuino en su rostro. Estaba destrozada, pero debía de sacarla de ahí antes de que regresaran. Su única esperanza fue que perdiera el conocimiento cuando la sostuvo con fuerza. Alexandria intentó forcejear pero algo debió activarse en ella porque justo como esperaba Aspen, cayó inconsciente como si estuviera completamente dormida. Sólo entonces notó que tenía un golpe en la parte lateral de su cara que le enfureció.
Willemby llegó a tiempo con unas capas que los ocultarían en el camino al barco. Aspen logró cargar con el cuerpo de Alexandria hasta que llegaron al barco y subieron. Entre él y Willemby lograron subir a Alexandria y llevarla hasta el camarote.
El Katherina zarpó y Alexandria seguía en la inconsciencia.
Aspen no se encontraba del mejor humor después de eso. No solo odiaba las mentiras sino que odiaba que estas vinieran de alguien que le importaba. Dio vueltas en su estudio pensando en como una completa desconocida como Alexandria había logrado entrar en lo más profundo de su piel. Apenas llevaban un par de meses conociéndose, debía de ser imposible tener afecto por alguien así. Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando Willemby tocó la puerta del estudio con cautela, como si tuviera miedo de ver la reacción de él.
—¿Qué pasa?
—Ha despertado.
Algo dentro del pecho de Aspen reaccionó a eso. Porque quería odiarla por ser una mentirosa, pero no podía evitar estar asustado de que aquel golpe la hubiera dañado enserio. ¿Quizá era alegría o regocijo de qué estuviera bien?
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El mar que nos atrapa | Completa
RomanceCuando Alexandria Lovelace decide que el mundo en el que se encuentra no es el que ella quiere. Un mundo donde las mujeres siguen siendo monedas de cambio y solo con el objetivo de tener hijos, ella decide que su vida no tomará aquel curso. Así que...