25 | Capítulo Veinticinco: Entre Pláticas y Postres

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—¿Lista? —preguntó Oliver, mirando a Olivia.

Olivia sentía sus nervios recorrer su cuerpo, pero estaba decidida a no dar un paso atrás.

—Lista —afirmó.

Oliver tocó el timbre de la puerta, que se abrió en cuestión de segundos. Terri, la madre de Oliver, apareció en el umbral.

—Ollie, cariño, me alegra verte aquí —dijo la madre, sorprendida al ver a su hijo.

—Hola, mamá —saludó él con una sonrisa, y ambos se abrazaron.

Al separarse del abrazo, la madre notó la presencia de Olivia.

—Y esta debe ser la hermosa chica con la que mi hijo ha estado bastante perdido —dijo la madre, admirando lo hermosa que era Olivia.

Olivia sonrió ante el comentario.

—Mucho gusto, señora Bearman, me alegra por fin conocerla —saludó amablemente.

—Mucho gusto, Olivia. Llámame Terri, por favor —dijo Terri, estrechando la mano de Olivia con calidez—. Pasen, todos están en la sala.

Oliver y Olivia entraron en la casa, donde el aroma del pavo asado y los platos típicos del Día de Acción de Gracias impregnaban el aire. Se dirigieron a la sala, donde se encontraban David, el padre de Oliver, y Thomas, su hermano, viendo un partido de fútbol americano en la televisión.

—¡Oliver! ¡Olivia! —exclamó David, levantándose del sillón para saludarlos—. Qué alegría verlos. Oliver, has estado perdido.

—Hola, papá —dijo Oliver, abrazando a su padre—. Sí, he estado ocupado, pero no podía perderme este Día de Acción de Gracias.

—Hola, Olivia —dijo Thomas, levantándose también—. Soy Thomas, el hermano menor de este muchacho.

—Mucho gusto, Thomas —respondió Olivia con una sonrisa, estrechando su mano.

Terri los dirigió hacia la mesa del comedor, que estaba bellamente decorada con un mantel festivo, velas y un centro de mesa con calabazas y hojas otoñales. La comida ya estaba servida: pavo, puré de papas, relleno, salsa de arándanos, y más.

—Vamos a cenar —dijo Terri, invitándolos a sentarse—. Estoy segura de que tienen mucho de qué hablar.

Mientras todos se sentaban a la mesa, Oliver sintió una cálida sensación de pertenencia. Sabía que Olivia también lo sentía, y estaba agradecido de que su familia la hubiera acogido con tanta calidez.

La mesa estaba perfectamente preparada, y cada detalle mostraba el esmero que Terri había puesto en la organización de la cena. Había una vajilla fina con bordes dorados, y las servilletas estaban dobladas en formas elegantes. Las velas encendidas proyectaban una luz suave que hacía que la atmósfera fuera aún más acogedora.

—Todo se ve maravilloso, mamá —comentó Oliver, admirando la mesa.

—Gracias, querido —respondió Terri con una sonrisa—. Espero que tengan hambre. He estado cocinando todo el día.

—Claro que sí —dijo Oliver, mirando a Olivia con una sonrisa cómplice—. Olivia y yo estamos ansiosos por probar todo.

Todos tomaron asiento, y David alzó una copa para proponer un brindis.

—Quiero agradecerles a todos por estar aquí hoy —dijo David con voz solemne—. Especialmente a Oliver y Olivia por hacer el esfuerzo de venir. Estoy muy orgulloso de mi familia y agradecido por tener a cada uno de ustedes en mi vida. ¡Salud!

—¡Salud! —repitieron todos, levantando sus copas.

La cena comenzó con Terri sirviendo las porciones generosas de cada plato. El pavo estaba perfectamente dorado y jugoso, el puré de papas era suave y cremoso, y la salsa de arándanos tenía el equilibrio justo de dulzura y acidez.

Mellitus: drive for my lifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora