Capítulo 33

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Familia.

Nikolay.

— ¿Cuándo nos vamos?.

— ¿Disculpa? — termino de ajustar mi camisa.

— Iras a las mazmorras, yo también quiero ir.

Levanto la mirada para verla terminar de colocar su ropa, se hace una cola en su cabello y se acerca haciendo que me coloque de pie frente a ella.

— Te necesito aquí, encargada de otros negocios.

— Me lo prometiste — da un paso posando ambas de sus manos en mis hombros — ¿O quieres que te lo recuerde?.

— Cambié de opinión.

— Claro que no — da un corto beso en la comisura de mis labios — me llevaras contigo, me excita demasiado ese tipo de planes.

— Francesa — su aroma me embriaga cada que la tengo pegada a mí, sus ojos son como una droga a la que no me quiero despegar y su figura me hace tenerla en mí cama todo el tiempo que pueda.

— ¿Nos vamos? — pregunta y aprieto mi mandíbula con las consecuencias que está trayendo todo esto. Desde que llegamos no la he dejado salir de mi habitación, insiste en que necesita su espacio, pero soy su esposo y se tiene que aguantar tarde o temprano.

— A mi lado siempre — le advierto y esta sonríe tomando sus cosas para salir, igual lo hago tras de ella bajando las escaleras para entrar en las camionetas que nos esperan, Daphne sube de primera y yo lo hago a su lado permitiéndome acercarla a mi lado y dándole la señal a Yakov para que acelere, Daniell y Milton también nos siguen más atras.

— ¿Se puede saber cuando me quitaras a esos inútiles de encima? — pregunta a mitad de camino.

— Nunca, estarán protegiendo tu espalda, y eso no está a discusión — me giro para verla, ya que aunque me guste tenerla cerca últimamente, no soy idiota, y Daphne sabe como jugar con su belleza la cual es una bala para cualquier hombre — tampoco está a negociación, así que no lo intentes.

Rueda sus ojos para cruzarse de brazos.

— Oliver es el único que puede asegurar mi vida.

— No veo a tu Romeo por ningún lado.

— Porque tú se lo impides.

— Y será así por dos años, mientras seas mi esposa no necesitas correr para ocultarte bajo tu techo, me tienes a mí y eso es lo único importante.

Sin decir nada vuelve a poner mala cara. Así todo el resto del camino, mientras me ocupo en trabajar en mi tablet, ella permanece en su celular lo cual disimuladamente le echo el ojo para ver que es lo que tanto hace.

— Señor — Yakov llama mi atención bajando la velocidad cuando nos acercamos —tiene compañía.

— Es Gregori — le informo — no hay peligro, dejanos aquí.

Este se detiene por completo y me bajo extendiéndole la mano a Daphne para que haga lo mismo, una vez pisamos tierra camino hacía mi primo el cual sonríe levantando sus gafas de sol para saludarme.

— Cuanta demora ustedes dos — le doy la mano para fundirnos en un abrazo.

— ¿Está todo listo allá adentro? — le pregunto cuando me separo y este asiente desviando la vista a Daphne quien se acerca a nosotros.

— Señora Lavrova, siempre es un gusto verla por acá.

— Lástima que no puedo decir lo mismo.

— Pero con tu mujer ya no hay nada que hacer, ¿verdad primito?.

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