Capítulo 10

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Francesa.

Nikolay.

El cuerpo de una mujer es tentador, pero aún más el que ven mis ojos que lleva nombre y apellido.

Daphne Harrison, si de por sí con ropa causa un efecto en mi entrepierna, verla ahora destilando agua hace que mi polla quiera reventar del pantalón.

A mi mente vienen los recuerdos de hace semanas, ella y yo en la cocina, los sonidos que emitía su garganta en mis oídos y la desnudez de su cuerpo me hacían desearla aún más. Esta mujer sabe lo que hace y por ello no pierde el tiempo, sabe que puede tener a más de uno a sus pies y es algo que demuestra cada que llega y pisa un lugar.

Pero para su mala suerte yo no soy los hombres que botan la baba por ella, no miento cuando digo que es hermosa y una completa mujer en todo el sentido de la palabra, pero no soy idiota, y por ello le demuestro apartando la vista para seguir con la charla.

No puedo perder el tiempo y menos en una francesa la cual se muestra en bikini importándole poco los hombres los cuales charlo, de reojo veo como toma el sol frente a la piscina, así que poso la vista enfrente encontrándome con Gregori que asiente para que continúe.

- Tus hombres tienen cadena perpetua, no hay nada que hacer - le afirmo a Hugo jefe de España.

- Eso losé, no necesito que me lo repitas a cada nada.

- Entonces no hagas preguntas las cuales sabes que no saldrán a nada.

- Se puede arreglar - interviene Ismael tratando de calmar el ambiente - en México tengo a mi gente, si necesitas hombres puedo darte un buen servicio.

- No - niega con la cabeza enfocándose nuevamente en mí - sé que los puedes sacar, escuche que tienes informantes dentro del FBI que juegan para ti.

Ruedo los ojos tomando del whisky.

- ¿Qué gano yo con eso? - le pregunto, si haré que dejen libres a sus hombres primero tengo que jugar mis cartas.

Abre la boca queriendo hablar, pero lo detengo.

- Más te vale que sea algo gordo, algo que me den ganas de liberarlos y no matarlos.

Lo veo soltar una carcajada, pero sin decir una palabra, por un momento se queda en silencio mirando a todos lados, yo enciendo el puro que tengo en la pequeña mesa de vidrio y sin quitarle los ojos de encima le doy dos caladas dejando que el gran humo blanco salga perdiéndose en el ambiente.

- Lo tienes todo - me dice lo obvio - controlas toda Europa oriental, manejas el tráfico de armas, tienes gente involucrada en una agencia federal muy importante, y ni hablar del gobernador, eres muy intelige...

- Llega al punto y déjate de rodeos - detengo sus palabras que lo único que me generan es fastidio.

Me basta con que sepa quién soy como también lo que soy capaz de hacer si alguien me falla.

- Sé que tienes problemas con los Petrov - menciona tranquilo - tu mujer hacía parte de esa familia mucho antes de que tú llegaras, ¿verdad?.

Entre cierro mis ojos, mientras lo veo descaradamente frotar su barbilla y girando un poco su rostro para detallar a la mujer que sigue en el patio, que ahora la veo colocarse de pie dejando que vea sus largas piernas y como ella igual sonríe antes de darse un clavado y hundirse en el agua.

- Una cosa - vuelvo a mirar al hombre frente a mí - no tengo paciencia para esto Hugo, estas en mi casa, en mi tierra, así que despega la vista en lo que para ti y todos está prohibido.

Demando con algo de enojo en mi voz. Toda esta mierda me la hubiera evitado si hubiera pensado bien en lo que me estaba metiendo.

Dejo el puro en la bandeja para seguir.

INFIERNO [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora