Capítulo 36

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Confesiones.

Nikolay.

Aprieto mi mandíbula con fuerza cuando masajea de arriba a abajo el miembro erecto entre sus manos, su mirada es seductora y es que desde que supe que había llegado no he sabido más que encerrarla en mi habitación conmigo envueltos entre sábanas.

Desearía apartarme, pero no puedo, con ella comiéndose mi polla hambrienta es imposible, ya que lo que menos deseo es acabar con este momento, así que dejo que haga lo que quiera. Le permito tocarme, lamer y besarme hasta que llega a mi boca con un beso que no dudo en corresponder, la subo sobre mi abierta de piernas antes de tomar su cuello para que no se aparte.

La beso con ferocidad, quitándole el aliento y tocando su lengua con la mía, ella se refriega excitándome más y logrando así lo que tanto quería.

Me veo sosteniendo el miembro antes de ubicarme y enterrarme dentro de ella, tomándola de la cintura y apretándole el culo que levanto para darle velocidad. Su mirada por un momento se encuentra con la mía, esos ojos cafés que me ponen a desearla y a poner el mundo a sus pies si es lo que quiere, su boca entreabierta la tomo contra la mía apagando los jadeos que salen de su garganta mientras no me detengo.

- Que me estás haciendo, francesa - susurro contra sus labios cuando nuestras frentes se juntan, ella solo sin responder llena de placer se agita moviéndose de adelante hacia atrás.

Le aumento velocidad cuando arquea su cuello, deslizando mi mano por su abdomen y en un movimiento rápido su espalda cae en la cama, permitiéndome estar sobre ella y tomar ambos de sus pechos para darle atención, muerdo y chupo sin detenerme, aprieto mis dientes cuando siento como sus paredes aprietan el miembro que entra y sale agitado, mis muslos se tensan en el proceso y tomo su cara entre mis manos dando las últimas estocadas que nos hace acabar al tiempo, ella mojando las sabanas con su humedad, y yo llenándola con la eyaculación que termina dentro de ella.

- ¿Te divertiste en París? - le pregunto cuando me separo y caigo a su lado.

- Volver a casa siempre será divertido - responde ella con una sonrisa coqueta.

- No lo dudo.

- Tranquilo, mi viaje solo fue por trabajo - no le creo aun así dejo que se acerque para que tome mis labios con los suyos, un beso lento sintiendo sus manos recorriendo por mi piel.

- Nos queda tiempo para otra ronda.

Le digo en medio del beso y esta hecha a reír para mirarme a los ojos.

- Estás loco, tenemos cosas que hacer - intenta colocarse de pie, pero no se lo permito.

- Pueden esperar.

- Eres el Don.

- Y tú eres mi reina - susurro en busca de su boca la cual no me permite tocar, solo siento como se aparta sin dejar de verme a la cara.

- ¿Debo preocuparme?.

- Solo digo lo que eres - caigo para recostar mi espalda en la almohada.

- ¿Desde cuándo acá dices la verdad?.

- Desde que estuve pensando en querer que este acuerdo de dos años termine.

- No te entiendo.

- Necesito que pelees conmigo - voy al punto - necesito una esposa y no puedo simplemente buscar otra cuando lo nuestro acabe, no es sencillo.

- ¿Te estás escuchando? - se coloca de pie negando y buscando algo para cubrirse - esto no funciona y ambos no podemos estar juntos por siempre.

- ¿Por qué? - me coloco de pie para ir a su puesto - ¿a qué le temes?.

INFIERNO [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora