🐺Capítulo 12: El infierno🐺

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Félix llevaba toda la mañana dando vueltas por la casa. Había revisado su habitación cinco veces, ordenado sus libros tres, y hasta se había dedicado a limpiar el polvo de los estantes.

No había ni rastro de Hyunjin. El demonio que solía aparecer en los momentos más inesperados y, generalmente inoportunos, ese día se estaba tomando su tiempo. Félix recordó la promesa que le había hecho, la de contarle la verdad. Pero Hyunjin no daba señales de vida.

Christofer había salido para trabajar con Jennie en el proyecto, Félix solo pudo advertirle que se había comportado algo raro en la anterior visita por la supuesta fiebre. Así que por eso no debía espantarse si ella le comentaba algunas cosas.

Dejó de pensar en su hermano y suspiró, miró el reloj por enésima vez. El medio día estaba a la vuelta de la esquina. Se dejó caer en el sofá, mirando el techo. Justo cuando estaba a punto de quedarse dormido por el tedio, escuchó un ruido en la cocina. Se levantó de un salto y corrió hacia allá.

Ahí estaba Hyunjin, con su típica expresión en el rostro, como si el mundo entero existiera solo para entretenerlo.

—¿Dónde demonios te habías metido? —soltó Félix, sin darse cuenta del juego de palabras.

—Oh, ¿me echabas de menos? —respondió Hyunjin con una sonrisa ladeada—. No sabía que eras tan dependiente.

Félix resopló y cruzó los brazos.

—Dijiste que hoy me contarías algo. He estado esperando toda la mañana.

Hyunjin se encogió de hombros.

—Bueno, más vale tarde que nunca, ¿no? —Se acercó y le dio una palmadita en la cabeza—. Vamos, sube al techo conmigo.

Félix parpadeó desconcertado.

—¿Al techo? ¿Por qué al techo?

—Confía en mí —dijo Hyunjin con una sonrisa que no prometía nada bueno.

Ese era el problema, Félix no confiaba ni un poco en él, pero aún así, siguió al demonio. Subieron las escaleras hasta llegar a la azotea de la casa. El sol de medio día brillaba con fuerza, y una ligera brisa movía las hojas de los árboles cercanos. Hyunjin se detuvo en el borde del techo y miró a Félix.

—Bien, esto es lo que vamos a hacer —anunció—. Vamos a saltar.

Félix sintió que el corazón le daba un vuelco.

—¿Qué? ¿Estás loco? ¡Nos mataremos!

Hyunjin rodó los ojos.

—Ay, Félix, ¿alguna vez has escuchado la frase "confía en el demonio"? No, claro que no. Pero en este caso, deberías hacerlo. Y yo no puedo morir.

—¡Pero yo si! —Chillo Félix.

Y antes de que pudiera protestar más, Hyunjin lo tomó de la mano y con un salto ambos se lanzaron al vacío. Félix cerró los ojos, esperaba el impacto. Pero nunca llegó. En cambio, sintió un tirón en el estómago, como si estuviera en una montaña rusa, y cuando abrió los ojos ya no estaban en la ciudad.

Se encontraban frente al enorme ventanal de cristal de una casa, las vistas solo daban a algún lugar en medio de un denso bosque. Los árboles eran altos y sus hojas formaban un dosel que filtraba la luz del sol, creando un ambiente tranquilo y sereno. Félix parpadeó, atónito.

—¿Dónde estamos? —preguntó, mirando a su alrededor.

—En mi casa —respondió Hyunjin, cruzando los brazos—. Bienvenido al infierno.

Félix lo miró, incrédulo.

—Esto... esto no puede ser el infierno. El infierno es como un lugar oscuro, frío y aterrador. Esto parece más... acogedor.

My Demon - 𝐻𝑦𝑢𝑛𝑙𝑖𝑥 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora