Extra 1: San Valentín

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¿San Valentín?

Hyunjin no entendía por qué todos los humanos se emocionaban tanto por un día tan insignificante. Para él, era solo otra fecha en el calendario que pasaba sin pena ni gloria. Sin embargo, Félix si parecía entusiasmado, aunque lo disimulaba bien.

Así que en un intento de... ¿cómo lo llamaban los humanos? Ah, sí, "hacer algo especial", Hyunjin decidió llevar a Félix a un restaurante. No cualquier restaurante, claro, sino el más exclusivo y raro que encontró, porque si iba a hacer esto, lo haría a lo grande.

O eso creía.

—¿Un restaurante? —Félix arqueó una ceja mientras caminaban hacia la entrada de un lugar que no parecía del todo... normal. Las luces de neón parpadeaban, y había un olor a azufre flotando en el aire—. ¿Estás seguro de que esto es lo que llaman romántico?

Hyunjin sonrió con suficiencia, cruzando los brazos mientras su larga y elegante gabardina negra ondeaba con el viento. Su porte era el de alguien que creía tener todo bajo control, aunque siendo honestos, no tenía idea de lo que estaba haciendo.

—Por supuesto. Me dijeron que este es el mejor lugar para citas —dijo Hyunjin con una sonrisa torcida—. Tiene ambiente... único.

Félix miró de nuevo el cartel, que rezaba: "El Caldero Infernal - Sabores que te llevarán al inframundo". Parpadeó, tratando de procesar lo que veía, no sabía si era un chiste de mal gusto. Pero no quería arruinar el esfuerzo de Hyunjin, así que simplemente suspiró y lo siguió al interior.

El restaurante era... especial, por decir lo menos. Las mesas estaban decoradas con velas que en lugar de fuego normal, tenían pequeñas llamas azules y moradas. Los camareros parecían más bien salidos de una película de terror: pálidos, con ojeras y sonrisas un poco inquietantes. Félix miró a Hyunjin, que caminaba como si fuera el rey del lugar.

—Esto está lleno de... demonios, ¿verdad? —preguntó Félix en voz baja, al notar que el camarero que los guiaba tenía una cola que se asomaba por debajo de su uniforme.

—Por supuesto —respondió Hyunjin con indiferencia—. ¿Qué esperabas? ¿Humanos? Son tan aburridos.

Félix suspiró, pero no pudo evitar reír. Era típico de Hyunjin, siempre haciendo las cosas a su manera, y de algún modo, eso lo hacía encantador de una forma extraña.

Aunque lo que si le pareció muy extraño fue existieran lugares como esos solo para demonios.

Había cumplido un año con Hyunjin y había aprendido mucho de su mundo, pero le quedaban demasiadas cosas por descubrír, en especial esas sobre esos lugares especiales para los seres del inframundo y porque algunos demonios tenían cuernos y largas colas y otros como él o Taehyung no.

Se sentaron en una mesa que tenía manteles de terciopelo negro y copas que brillaban como si contuvieran estrellas dentro. Lo único bonito de ahí fue la preciosa vista de la ciudad, estaban en el último piso de un edificio, y aunque para los humanos ese lugar se veía como una simple suit, para los demonios era su más exclusivo club.

Hyunjin se recostó en su silla con una sonrisa, satisfecho consigo mismo.

—Bueno, ¿qué te parece? —preguntó, esperando una ovación por su buen gusto.

Félix miró nuevamente alrededor, un poco desconcertado. No era su idea de un lugar acogedor especialmente, pero... apreciaba el gesto. Le sonrió a Hyunjin.

—Es... diferente —dijo, eligiendo cuidadosamente sus palabras.

—Sabía que te gustaría. —hizo una señal al camarero, que se acercó con una expresión completamente seria.

My Demon - 𝐻𝑦𝑢𝑛𝑙𝑖𝑥 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora