Capítulo 3.

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Elara se despidió de Matt y Foggy con una sonrisa melancólica y una leve inclinación de cabeza. Sus voces se desvanecieron mientras ella se alejaba por las calles de la ciudad, los edificios altos proyectaban sombras largas bajo la luz de las farolas. Al pasar por un café, el aroma del café recién hecho la envolvió, tentándola a entrar, pero decidió continuar su camino, dos cafés en una noche no le ayudarían a dormir.

Finalmente, llegó a su edificio, un antiguo bloque de apartamentos que se alzaba imponente pero desgastado por los años. La fachada estaba cubierta de grafitis y los escalones de la entrada mostraban signos de desgaste. La puerta principal chirrió al abrirse, y el vestíbulo oscuro y estrecho la recibió con el eco de sus pasos.

Elara subió las escaleras hasta su piso, el tercero, y se detuvo frente a la puerta de su departamento. Era un espacio pequeño pero acogedor, un reflejo de su vida sencilla. Al entrar, dejó caer su bolso en una silla cerca de la puerta y se dirigió al baño.

El baño era modesto, con azulejos blancos antiguos y un espejo con bordes ligeramente corroídos. Elara abrió la llave de la ducha y dejó que el agua caliente relajara sus músculos tensos. Después de unos minutos, salió del baño envuelta en una toalla, con el cabello mojado pegado a su cuello.

Encendió su celular y puso su lista de reproducción favorita. La música llenó el pequeño espacio, creando una atmósfera cálida y tranquila. Su departamento estaba decorado con sencillez: una pequeña cocina equipada con lo básico, una mesa de madera con dos sillas, y una sala de estar con un sofá desgastado pero cómodo. Las paredes estaban adornadas con fotografías enmarcadas y algunas plantas que añadían un toque de verde al ambiente.

Elara se sentó en la cama, una estructura de madera con sábanas suaves y una manta de lana. Acomodó los cojines y se puso su pijama favorito, un conjunto cómodo y cálido. Mientras la música seguía sonando suavemente, apagó las luces y se metió bajo las sábanas, permitiendo que la tranquilidad de la noche y la melodía la arrullaran hacia el sueño.

Elara ya estaba a punto de dormirse, arropada en su cama y con la música suave aún sonando de fondo, cuando su celular comenzó a vibrar insistentemente en la mesita de noche. Frunció el ceño y lo tomó, viendo un número desconocido en la pantalla. Dudó un momento, pero finalmente contestó.

—¿Hola? —dijo, con su voz somnolienta.

—Te necesito en quince minutos en la torre. Loki apareció —la voz de Tony resonó clara y urgente por la bocina.

Elara suspiró pesadamente, pasando una mano por su rostro. No había descanso para los héroes.

—Te veo ahí, Stark —respondió, ya completamente despierta.

Saltó de la cama con agilidad y se dirigió rápidamente al pequeño armario en la esquina de la habitación. Abrió la puerta y sacó su traje, un conjunto negro ajustado que la hacía casi invisible en la oscuridad. Se lo puso con rapidez, asegurándose de que cada pieza estuviera en su lugar. Su corazón latía con fuerza, la adrenalina empezaba a correr por sus venas.

Salió de su apartamento y subió al techo del edificio por la escalera de emergencia. La ciudad se extendía ante ella, una mezcla de luces y sombras bajo el cielo nocturno.

Elara comenzó a correr por los tejados, sus pasos eran ligeros y seguros sobre las superficies irregulares. Con un impulso, usó sus poderes para elevarse en el aire, sobrevolando los edificios con una gracia casi sobrenatural. Cada salto la acercaba más a la Torre Stark, las personas que seguían en las calles veían como unas luces azules iban recorriendo la ciudad, sin saber que se trataba de la joven.

Aterrizó en el tejado de un edificio cercano a la Torre Stark y corrió hasta el borde. Con un último impulso, saltó y aterrizó suavemente en la plataforma de la torre. La entrada principal se abrió ante ella, y Elara se adentró con pasos decididos.

GHOST (Bucky Barnes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora