7. Inframundo

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–¿Qué es lo que quieres Rubius?

Preguntó tajante el castaño, los sirvientes de aquel dios contrario se vieron indignados por tal pregunta y aquel tono usando, siendo calmados por una seña de aquel hermosa deidad, quien soltó una risa divertida, quitándose aquellos lentes, mirando al mayor.

–Vengo a hacer un trato, ¿por qué más alguien con mi clase vendría a visitar este asqueroso lugar?

–¿Cómo te va viviendo en Andorra?

–Muy bien, gracias por preguntar. Pero a lo que yo venía.

–No, no tengo tiempo para tus embustes. Estoy suficientemente ocupado arreglando los desórdenes que ustedes dejan.

–Creí que el que se encarga de eso era tu personal.

Barrio con la mirada al juez, quien bajó su cabeza sin mirar al dios del amor.

–No todo es fama y gloría, Rubius.

–Es una lastima desperdiciar todo por nada. Como sea, ¿recuerdas nuestra última conversación?

Se acercó tomando el hombro de Luzu, susurrando.

–Todos caen, hasta el dios más recto, perfecto y frío. ¿En dónde lo tienes?

–No se de que hablas.

–Sabes de lo que hablo, a tu ninfa de bosque prohibido.

Hades se puso tensa, haciendo reír a Afrodita.

–Una avecilla me dijo que una ninfa ha sido vista muy a menudo por tus dominios, cosa que es raro. Tu no dejas que nadie se te acerque al menos que quieras algo.

–Cuando entre a ese pájaro de mierda me desharé de él. ¿Y qué te hace creer que sea algo nuevo? Te recuerdo que Auron es uno, de nuevo estás metiéndote de territorio desconocido Rubius y no seré tan condescendiente como la última vez.

El rostro de Rubius se mostró con molestia.

–Cuidado en cómo me hablas Luzu.

–Él que debería tenerlo eres tú, yo no respondo ante Zeus y menos ante ti. No olvides que hasta el dios más poderoso y antiguo muere, terminando en mis dominios.

–Solo te pido un favor.

–El favor que me pides es imposible, te lo he dicho muchas veces. Un alma no puede volver a la vida cuando cumple su función.

–¡Él no debería estar muerto!

–Yo no soy quien decide quien baja y quien no, Rubius. Si quieres culpar a alguien habla con las moiras. Incluso yo tengo que seguir sus leyes.

–Eres el rey.

–Si, así es. Soy el rey, pero aun así debo seguir el orden para no alterar el hilo del destino. Deberías aprenderlo, olímpico.

–Tú podrías ser uno, pero lo rechazaste.

–Porque yo no necesito esas banalidades y menos responder con Zeus, si terminaste lárgate de una vez, estoy en verdad ocupado.

–Te vas a arrepentir de esto, Luzu.

–Me arrepenti desde el primer momento que decidí escuchar tu tonto trato.

Rubius se fue molesto, mientras Cellbit lucía preocupado.

–Una disculpa señor por mi atrevimiento, pero creo que no debería ser tan agresivo con los otros dioses.

–Ellos solo se interesan por sus propios asuntos, ¿por qué debería ser considerado?

–Una pelea con el olimpo no estaría bien para nosotros.

Pomegranates and bonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora