9. Breve charla

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–Quackity debes comer…

–No tengo hambre Roier.

Su amigo suspiró, mirando aquella sopa que hace un momento los sirvientes les habían traído.

–Todo es seguro lo prometo, Missa dijo que los ingredientes son del mundo mortal.

–¿Por qué dejaste que me trajeran aquí?

–Se que estas molesto, pero escuchaste a su majestad Hades.

–¿Su majestad? Antes solías llamarlo Hades a secas, ¿qué fue lo que cambió? ¿O acaso también logró convencerte a ti?

El castaño frunció su ceño.

–Si es verdad, yo en verdad despreciaba a Hades, pero algo cambió y fuiste tú –el dios miró a su amigo– Te salvo a ti y eso es lo único que en verdad me importa, a diferencia de Apolo que se la pasa glorificandose, Hades no ha hecho más que ayudarnos…

–Sabes que no podemos confiar en él, es un dios.

–Lo sé, pero si ya hubiera querido hacernos daño lo hubiera hecho desde el primer momento. Quackity, te ofreció pasantías, un lugar seguro y seguridad para nosotros. ¿No crees que estás siendo duro con él?

Quackity miro aquella puerta frunciendo su ceño.

–Missa.

No tardó demasiado en aparecer aquel juez que lucía preocupado.

–¿Qué pasa? ¿No te gustó la comida? ¿Te sientes mal? Podría llamar a Philza.

–Quiero hablar con Hades.

–Pero Quackity…

–No es una pregunta, quiero hablar con…

–Nuestro señor está esperando, lord.

Apareció Cellbit, mientras el chico asentía levantándose de aquella cama con ayuda de Roier, aquellos pasillos eran sumamente lujosos. Cuando el juez se detuvo, dejó que la puerta fuera abierta.

–Primero usted.

Quackity asintió, mirando a Roier.

–Quédate aquí.

–Pero Quackity.

–Estoy harto de todo esto, le pediré liberarnos. Ya no me importa si mi madre se entera.

Entró dejando a su amigo confundido y preocupado.

–Tranquilo, deja que nuestro jefecito hable con él.

–Missa, pero si Quackity regresa, no volverá a salir nunca…

–Missa tiene razón, creo que si habla con nuestro rey algo cambie.

Dentro de aquella habitación el chico miró a aquel hombre, quien lucía concentrado en varios papeles.

–Le agradecería de la manera más respetuosa que no le hable así a mis empleados.

–Ya tuve suficiente de sus engaños, no me importa si es rey de lo más alto. Ya no pienso tolerar más esta situación, no pienso seguir con el trato.

El rey detuvo todo, mirando fijamente a aquel dios.

–¿Acaso le ofendí? Lord Quackity.

–No hablamos de una ofensa como tal.

–¿En ese caso a qué se debe su petición?

–Sabe perfectamente que mi madre no estará contento de esto, con la situación en la que me deja.

Pomegranates and bonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora