12. La primavera

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Los dioses se encontraban exponiendo su verdadero aspecto, disfrutando de aquella festividad, Vegetta se encontraba aun con Luzu, hablando con los otros dioses del inframundo.

–Buenas jefe.

Apareció Carre saludando a los presentes e inclinándose a ambos reyes.

–Y majestad Hera.

–Carre –saludo Vegetta– ¿Cómo te va en tu trabajo con Luzu?

–No me quejo, ya sabes algunas almas por aquí y por allá. Aunque no me ha dado tiempo para visitar a un amigo.

–Creo que ya debes estar enterado de que Artemisa está por aquí.

–Yo se todo su majestad, los chismes de esta temporada y me llegó uno muy jugoso –Luzu se mantuvo al margen, tomando un poco de su copa– Que tal vez el inframundo tenga una reina igual de capaz que usted.

Luzu comenzó a toser, mientras Carre sonreía malicioso y Vegetta se cubría su boca, intentando no reír.

–Carre, eso es mentira...

–Eso lo dicen las almas, ellas hablan majestad. Así como usted.

–No se de que hablas...

Comenzó a escucharse el murmullo, ganándose la atención de los tres, quienes dirigieron su vista hasta donde estaba la curiosidad de todos. El castaño se sorprendió olvidándose su molestia al ver como el dios de la primavera hacía su entrada en compañía de Artemisa, su juez y ninfe. Vegetta admiro la reacción sonriendo para sí, junto a Carre, por su parte Quackity estaba hecho un manojo de nervios notaba como todo mundo lo miraba a él y a Spreen, quien lucía de lo más calmado al exponer su verdadera esencia aquellas orejas de oso, mientras Missa y Roier se mantenían detrás de ellos.

–¡Quackity!

Llegó Carre, relajando aquella tensión.

–Hola wey.

Hablo con aquel tono que solo ellos dos conocían, haciéndolo sonreír.

–Hola wey –le dio un ligero golpe indignado– ¿Por qué no me dijiste que estabas trabajando aquí? Ni siquiera tuve tiempo de verte.

–Lo siento, el trabajo ha estado muy pesado entre el inframundo, el olimpo y tu casa. Por cierto tu mamá, quiere que sea el chismoso de la relación.

–¿De verdad?...

–Si, me pidió que le mantuviera al tanto de tu progreso.

–No entiendo porque, si él ya debe estar al tanto de mis prácticas fallidas –comentó con irritación, llamando la atención de ambos amigos suyos.

–¿Cómo que al tanto? –interrumpió Spreen.

Quackity suspiro, mirando a sus amigos, mientras Roier asentía en silencio.

–La razón de porque no podía conservar ninguna era él... Usó su magia para manipular a los humanos y que me corrieran.

Spreen tenso su mandíbula en señal de molestia, mientras Carre asentía no pareciendo extraño.

–Lo que dice es verdad –comentó Missa- Yo fui quien recolectó el residuo de magia por ordenes de mi jefe, sentía que algo no cuadraba con la versión y lo que le describió Quackity.

–Pero que hijo de puta... sin ofender Quackity.

–Está bien Carre.

Spreen tocó su hombro aun luciendo molesto.

–Hablaré con él.

–No, esto es algo que yo debo hacer. Solo estoy esperando el momento.

–¿Seguro que puedes?

Pomegranates and bonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora