18. Incidente

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Tal y como habían acordado, sus amigos se encontraban reunidos gracias a Missa en aquel bar que manejaba Luzu, algunos amigos de otras áreas de Mariana también habían asistido, todos celebrando el compromiso del chico. Incluso Carre se presentó sin poder evitar unirse a la fiesta.

–¿Por qué no tomas boludo?

–Mañana tengo trabajo.

–Y una mierda, esta es tu fiesta, puesto que tu jefecito no se molesta.

Quackity rodó los ojos sonriendo, mientras recordaba cómo fue la primera vez en ese lugar y como había entrado a aquella zona, ahora mismo no se sentía arrepentido de nada, ya que nunca antes se había sentido así y le gustaba la sensación que le provocaba Luzu. Roier y él llegaron a casa después de dejar a Spreen y Carre en la suya.

–Buenas noches.

–Roier.

Este se detuvo mirando curioso a su amigo.

–También debo agradecerte a ti, si no me hubieras apoyado como lo hiciste.

–Quackity, yo solo quiero que estes feliz, respondeme algo. ¿Él te hace feliz?

Reflexiono un poco aquella pregunta mirando a su amigo asintiendo.

–Lo hace, sabes creo que ya estoy seguro para decir estas palabras y quiero que seas el primero que lo sepa. Yo amo a Luzu, estoy enamorado de él.

Roier sonrió asintiendo.

–Es bueno saberlo, estoy seguro que su majestad también lo está o estará, porque eres una maravillosa persona Quackity, bueno descansa.

–También descansa, hasta mañana

Entró a su recamara dejándose caer con una sonrisa, en verdad se sentía feliz y emocionado mientras extendía su mano y admiraba el brillo de aquel hermoso anillo mientras la luz de la luna se filtraba. Se preparó para dormir dejando con cuidado aquel anillo, pasando bajo las sábanas y cerrar sus ojos, pero no fue hasta después de unos minutos que sintió su cuerpo pesado, intentó despertar, pero su cuerpo no reaccionaba ni siquiera podía gritar.

Comenzó a temer, al sentir un mal presagio, cuando noto una respiración detrás suyo.

–Hola calabacita.

Reconoció la voz y aquel apodo, intentando nuevamente moverse pero todo era inutil, podía sentir como aquellas manos comenzaban a trazar su camino por todo su cuerpo sintiéndose asqueado mientras algunas lágrimas bajaban.

–No llores calabacita, esto lo hago por ti. No puedo dejar que ese hombre te manche de esa manera, tu eres mio. Además tal humillación no va a pasar inadvertida, tu y Spreen me traicionaron y deben pagar.

Roier escuchó el llanto de su amigo despertando de golpe y corrió hasta la habitación, cuando abrió la puerta se detuvo abriendo los ojos al ver como este se encontraba abrazándose a si mismo entre lágrimas.

–Quackity.

Este le miro con miedo entre lágrimas.

–Roier.

–¿Qué pasó?

El joven dios le contó todo lo sucedido entre lágrimas, mientras el castaño comenzaba a sentirse mal consigo mismo.

–Debemos llamar a Spreen y a…

–No… por favor.

–Pero Quackity lo que hizo Jschlatt.

–No quiero que Luzu se entere… pensará que soy como los demás, y Spreen… es su hermano, ya ha peleado por mi culpa con él.

–Quackity entiendo tus preocupaciones, pero…

Pomegranates and bonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora