Aerys II, el Rey Loco, nunca hubiera permitido que uno de sus hijos contrajera matrimonio con un dothraki. La idea de ver a Viserys y Daenerys marchar junto a un hombre de piel bronceada y mirada penetrante, que parecía cargar con el peso del mundo en sus hombros, desató una tormenta de inquietud en mi pecho. Sabía, en lo más profundo de mi ser, que el destino de nuestra Casa cambiaría para siempre con esa elección.
Sentada en la mesa de los jardines, rodeada por la fragancia de las flores marchitas, aún me sentía impotente por no haber convencido a Viserys de que no debía casar a Daenerys. Durante estos diecisiete años, la paz había reinado de manera inusitada, pero el eco de las noticias que llegaban desde Westeros me hacía cuestionar todo. La historia se había reescrito por culpa de Rhaegar y su amor prohibido con Lyanna Stark, un romance que había desencadenado un torrente de traiciones y guerras.
-¿Y qué haremos, madre? -la voz de Rhaenyra me sobresaltó, haciéndome volver a la realidad. Estaba de pie, justo detrás de mí, sus ojos violetas reflejaban preocupación.
-Aún hay muchas cosas que pensar, amor -respondí con una calma que no sentía. Rhaenyra tomó asiento a mi lado, la tensión palpable entre nosotras.
-¿Cómo podemos recuperar el trono si no tenemos nada? -preguntó, sus palabras llenas de una desesperanza que me recordaba a mi padre.
-Sí tenemos algo, querida -dije, notando la sorpresa en su rostro-. Contamos con una alianza con los Martell.
-Pero no podemos iniciar una guerra solo con la ayuda de los Martell -replicó, su mirada aún distante.
-Los Martell son una Casa antigua de Westeros, hija mía. Son leales. Targaryen y Martell han forjado grandes alianzas a lo largo de la historia. Tener su apoyo en nuestro reclamo al trono es un motivo de orgullo. Ser parte de esta alianza significa compartir no solo un objetivo común, sino también un compromiso con los principios que han guiado a los Martell.
-¿Y esas alianzas las cerraríamos con un matrimonio? -respondió Rhaenyra, frunciendo el ceño como si la idea le resultara extraña.
-El Príncipe Doran y yo hemos llegado a un acuerdo, pero un matrimonio no es parte de ese trato -tomé su mano con ternura-. ¿Tienes en mente casarte con algún hombre Martell? -Rhaenyra evitó mi mirada, un gesto que había aprendido a reconocer desde su infancia.
-Solo pensaba que una unión entre nuestras casas fortalecería la alianza -susurró, su voz temblaba.
-Ciertamente lo haría -la miré fijamente-. ¿De quién estás enamorada, mi dragón de oro? -las palabras salieron de mis labios como un susurro, y vi cómo sus ojos se abrieron con sorpresa y miedo.
-Madre, el primo Aegon -confesó de repente. Sus palabras no me sorprendieron; desde pequeños, siempre habían estado muy unidos.
-Pero ellos son Targaryen, igual que tú -intenté explicarle, pero ella me interrumpió.
-Lo sé, madre. Sellar nuestro amor en matrimonio sería muy bueno para nuestra familia.
-¿Para mantener la sangre limpia, como decía papá? -la voz de Aegon irrumpió en nuestra conversación, su tono burlón.
-No te metas en nuestra conversación, tarado -Rhaenyra le respondió, pero yo levanté la mirada hacia ambos.
-Si tu padre decía eso, ¿tú cómo lo sabes? -pregunté, intrigada.
-Viserys siempre lo repetía, madre. Decía que se casaría con Daenerys.
Esas palabras resonaron en mi mente como un eco perturbador. Viserys había tenido un plan desde antes, y su ambición había dejado cicatrices profundas en nuestra familia.
-Si su padre decía que la sangre de la corona debía permanecer limpia... -Jaehaerys apareció de repente, interrumpiendo mis pensamientos.
-Y se casó con la leona de Roca Casterly -añadió, sentándose a mi lado, dejándome en medio de él y Rhaenyra, mientras que Aegon permanecía de pie, mirándonos con desdén.
-Es cierto, su padre decía que yo traería nueva sangre a la Casa Targaryen. Sé que se casó conmigo por mi gran parecido a mi madre, pero traje al mundo tres dragones que son idénticos a él. No se arrepintió de casarse conmigo.
-¿Y tú? -la pregunta de Rhaenyra me dejó atónita.
-Para nada -respondí, sonriendo a mi pequeña princesa mientras regresaba a nuestra conversación inicial-. Ahora, hijos míos, ¿cómo volveremos a casa?
-Si viajamos a Alto Jardín y logramos hacer una alianza con los Tyrell, tendremos un aliado más... -Aegon exclamó con seriedad.
-Y también puedes visitar a Lord Stark, madre -las palabras de Rhaenyra me dejaron confundida.
-Ned luchó al lado de Robert para derrocar a tu familia. No creo que él sea un potencial aliado -Aegon asintió, apoyando mi argumento.
-¿Y qué tal el abuelo? -preguntó Jaehaerys, mostrando curiosidad.
-Sus nietos son hijos del usurpador. Es evidente que quiere a ellos en el trono -respondí, sintiéndome cada vez más incómoda.
-¿Y cómo lo sabes? Ni siquiera conocemos al abuelo -las palabras de Jaehaerys calaron hondo, y sus hermanos notaron mi incomodidad.
-¿Cómo se te ocurre ir a conocer a alguien que ayudó a quitarnos lo que es nuestro por derecho? -exclamó Aegon, su voz llena de indignación.
-Además, tampoco es que quiera conocerlo -me quedé en silencio, analizando nuestro siguiente paso.
-Sería bueno ver al abuelo -dijo Jaehaerys, y al terminar su oración, Rhaenyra y aegon me miraron con desdén.
-Madre... -la voz reprochadora de Rhaenyra resonó en mis oídos.
-Su hermano tiene razón. Deben conocerlo. Además, él me ayudará con algunas cosas -me puse de pie, decidida-. Empaquen sus cosas, que iremos a Casterly Rock.
-Yo no quiero ir -Rhaenyra se levantó, mirándome fijamente-. No conoceré al hombre que mandó matar a mi tía y a mis primos.
-Yo tampoco -exclamó Aegon, su mirada decidida.
Los observé, reconociendo su firmeza. Fijé mi mirada en Jaehaerys, quien me miró de vuelta y asintió.
-Bien, ustedes irán a Dorne, y tú -miré a mi primogénito-, vendrás conmigo.
...
Corto pero importante
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The Lion's Promise||Juego de Tronos
Fanfiction||En dónde la jóven Leona se convirtió en la pieza más importante del juego de tronos. Está historia transcurre años antes de la rebelión de Robert y juego de tronos