Los dos conceptos más difíciles de definir para mí son la realidad y la verdad que no significan lo mismo, pero sí están relacionadas. La verdad es subjetiva y puede distorsionarse dependiendo de quién la cuente y cómo la perciba. Por ejemplo, cuando dos personas discuten, cada una tiene su propia versión de los hechos, su propia verdad, y cada una está convencida de que su versión es la correcta. En cambio, la realidad es objetiva y solo se podría conocer plenamente si hubiera una tercera persona observando sin involucrarse emocionalmente.
La verdad personal se construye a partir de nuestras emociones y experiencias. Estas percepciones pueden variar mucho de una persona a otra, haciendo que dos personas vivan y recuerden un mismo evento de maneras diferentes.
En cambio la realidad es como un conjunto de todos los hechos y eventos tal cual han ocurrido, sin importar cómo los interpretemos. Pero acceder a esta realidad pura es complicado, porque siempre entendemos el mundo a través de nuestras propias experiencias. En un conflicto, la verdadera realidad de lo que pasó podría quedar oculta para los involucrados, que solo tienen sus versiones subjetivas.
Para encontrar la verdadera realidad en cualquier situación, necesitaríamos una persona que observara todo de manera imparcial y pudiera ver todo desde una perspectiva externa y objetiva. Pero, siendo realistas, esto es casi imposible porque los humanos solemos dejarnos llevar por nuestras emociones o afinidades personales.
Ahora, imagina que tuviéramos un poder supremo que nos permitiera ver toda la situación en tercera persona, desde otra perspectiva. Este poder nos daría acceso a una versión más pura de la realidad, libre de las distorsiones y limitaciones de nuestra percepción. Podríamos ver todos los detalles, entender las motivaciones y contextos de cada persona, y así formar una opinión más justa y equilibrada.
Esto resalta la diferencia fundamental entre realidad y verdad: mientras la realidad es única y objetiva, la verdad es múltiple y relativa. Cada persona vive y cuenta su verdad, que puede o no coincidir con la realidad objetiva. Esta distinción es crucial para entender por qué a veces es tan difícil resolver conflictos o llegar a un acuerdo sobre lo que realmente ocurrió.
Además, reconocer esta diferencia nos invita a ser más humildes y abiertos en nuestras interacciones con los demás. Saber que nuestras verdades son solo fragmentos de una realidad más grande nos ayuda a ser más empáticos y comprensivos. Nos recuerda que, aunque estemos seguros de nuestra versión de los hechos, es posible que no tengamos toda la información o que nuestra percepción esté influenciada por factores que no hemos considerado.
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Just thoughts
AcakEste libro está compuesto por una colección de sentimientos y pensamientos que han transitado por mi mente a lo largo del tiempo. Cada texto representa un reflejo de mis experiencias y reflexiones, capturando momentos de introspección y exploración...