El otro día escuché una canción que me dejó pensando. En su letra, había una frase que decía: "Mi mayor error no fue enamorarme de ti, sino pensar que tú te enamorarías de mí". Esta frase me dejó reflexionando, porque me recordó una experiencia complicada que, como muchos, también he vivido. Cuando sientes algo muy profundo por alguien, es fácil caer en la idea de que, si le muestras lo que sientes, te expones por completo, en algún momento, esa persona te verá de la misma forma. Pero la realidad es que no siempre funciona así.
Creemos que, con el tiempo y con suficiente esfuerzo, ese amor que sentimos logrará "despertar" los mismos sentimientos en el otro. Sin embargo, las emociones no funcionan de esa manera. El amor no es algo que puedas controlar o manipular; es una decisión libre que depende de cada persona. Y muchas veces, esta es una de las lecciones más difíciles de aceptar.
A veces nos aferramos a la fantasía de que el amor que damos será suficiente, que logrará que el otro vea todo lo bueno que podríamos ser juntos, como si solo hiciera falta nuestra voluntad y sinceridad para que el otro sienta lo mismo. Pero esta ilusión no es más que una trampa, porque la realidad es que, por mucho que te esfuerces, esa otra persona tiene el derecho de no corresponderte.
Aceptar esta verdad implica renunciar a la idea de que el amor, por sí solo, es suficiente para que alguien te elija y te ame. Significa entender que, si alguien realmente desea quedarse a tu lado, lo hará sin que tengas que convencerlo, porque su amor por ti será una elección genuina y libre, no el resultado de tus intentos por demostrarle lo que vales. Un amor auténtico no se basa en la esperanza de que la otra persona, de manera momentánea, te ame, sino en una elección mutua y honesta de estar juntos.
Ese amor, el verdadero, no solo se trata de sentirse atraído o de ver lo bueno del otro. Es la decisión diaria de aceptar también los defectos y de ver más allá de las idealizaciones. Es una elección consciente de quedarse, de mirar y entender tanto lo mejor como lo peor de esa persona, y aun así querer estar a su lado. Y si esa persona no elige hacer eso, si no te ve de esa manera, entonces no es el amor que tanto esperas ni el que necesitas.
Entender esto es difícil, pero también es una liberación. Porque un amor real no debería sentirse como una lucha constante por obtener la aprobación del otro, sino como una paz compartida, una tranquilidad de saber que estás con alguien que ha elegido amarte tal como eres.
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Just thoughts
AléatoireEste libro está compuesto por una colección de sentimientos y pensamientos que han transitado por mi mente a lo largo del tiempo. Cada texto representa un reflejo de mis experiencias y reflexiones, capturando momentos de introspección y exploración...