Capítulo 4: Traición.

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Alexandra.

—Esa diabla casi me manda para el otro mundo con el sartenazo que me dio.-escuche al mastodonte quejarse y ese fue suficiente motivó para sonreír.

Debí darle más duro para que así se le quitara la tontera.

—Martín, deja de quejarte...

—Muy bonito Salvatierra... dices esas palabras porque no fuiste tu al que casi matan con una maldita sartén... Esos sartenes del demonio deberían estar prohibido en todo el mundo.

—Si te hubiera dado con una olla de presión, no estuvieras quejándote tanto mastodonte. -inquirí y ambos hombres colocaron sus ojos en mi.

Repase fugazmente a mi víctima y por más que deseaba negar que no me atraía esto es una vil mentira.

Perdóname Itzel, perdón por tener estos malditos pensamientos.

—Ves lo que te digo... ire a prohibir el uso de cacerolas, ollas y sartenes. Porque con esta diabla suelta todo es posible...

—He confirmado que solo eres mucho músculos y poco cerebro... Porque hasta con una simple cuchara puedo enviarte al otro mundo, pendejo.

El hombre llamado Martín dio un paso hacia atrás, claramente preso del pánico.

—De ahora en adelante Salvatierra, no tendré contacto con esta mujer. Porque ella buscara la forma de quitarme del medio a como de lugar...

—Martin, deja de estar lloriqueando con nena... -el endemoniado se quejo.

—¿¡Es que no has escuchado que esa diabla me quiere matar...!?

El hombre al que quiero matar dió un paso hacia mi, se agachó a mi altura y sin dudar hablo.

¿Por qué este estúpido logra ponerme nerviosa?

—¿Por qué quieres matarme? -susurró mirándome a los ojos.

Y yo sin poder resistir la mirada inquisidora, desvíe mis iris.

—Tengo un fuerte motivo para hacerlo.

—¿Cuál es tu motivo?

Formé mis manos puños antes de responder.

—Tú, llevaste a mi hermana a la misma muerte. Por eso quiero que su sangre corra por el suelo.

Él se encargó de fruncir el entrecejo.

—¿De que hablas?

—¿Todavía a estas altura de juegos te atreves a preguntar de que hablo maldito?

—Sí, porque no tengo ideas de lo que estas diciendo.

—Es muy fácil enamorar a una cría, follalarla, desecharla y luego borrar casette como si nada.

—Yo no he follado a ninguna cría, y mucho menos borre casette.

Coloque mis ojos en él.

—Entonces como explicás el hecho de que mi hermana se desvivió por tu culpa.

—Estas confundida diablita.

En ese instante sentí la furia surcar mi cuerpo, así que intente colocarme sobre mis pies pero este intento fue frustrado por tener los pies encadenados a la base de la cama.

¡¿QUÉ SIGNIFICA ESTO?!

El mastodonte coloco sus ojos en mi, para luego sonreir de manera burlona.

—En eso tengo que darme el crédito diablita.

—Te voy a matar maldita alimaña...

—Eso no es algo nuevo, cariño.

¡Quiero una heredera! [#4 de la saga Heredero]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora