Capítulo 26: El gato y el ratón

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Alexandra.

Después de una noche espantosa, en una celda apestosa, con Alexander medio ido y Martín reclamandome. Y varías ratas acompañándonos, se siente genial estar en casa.

Después de esa noche todo me parece genial.

Me lleve la el vaso de limonada a los labios y le di un sorbo.

Estoy feliz.
Más feliz que una sonrisa.

Amo estar de vuelta.
Amo Alexander y a mis hijos con todo el corazón.

Ellos son el motor de mi vida.

Sonreí y tras hacerlo me acomode en la silla reposera.

Se siente genial volver a estar en casa, disfrutar de mis hijos y verlos sonreír mientras corrían por el jardín con total libertad.

Soy una madre totalmente enamorada de sus hijos.

—Hola.

Gire mi cabeza y mis iris se colocaron en un precioso niño.

Si no me equivoco este niño ha de ser, el hijo de esa… mujer.

—Hola.

—Puedo tomar asiento a tu lado.

Asentí y tras esto el hermoso joven tomó asiento a mi lado.

—¿Eres tú la mujer a la que Alexander ama?

—No.

El niño entrecerró sus ojos.

—Eres tú, porque la señora del retrato de la oficina de Alexander tienes el mismo lunar de media luna que usted tiene en su hombro izquierdo. 

—Tener un lunar de medía luna, en el mismo lugar donde la mujer que ama Salvatierra no quiere decir que sea ella.

El niño sonrió con cinismo.

—Podra engañar a otros pero no a mi señora. -abri mi boca para replicar. —La descubrí muy fácil señora, porque fue bastante obvió la forma en que trata a esos niños y como ellos la tratan y además escuché a la niña hablar con Ángel sobre un viaje a Disney.

—Puedo verme como un renacuajo, pero lo cierto es que tengo más capacidad mental que cualquier adulto de veinticinco. 

—¿Qué quieres para mantener tu silencio?

—Quiero que me ayude encontrar a mi papá.

—¿Como crees que hare tal cosa?

—Se, que usted tiene la forma de ayúdame señora. Así que si quiere que yo mantenga mi silencio debe ayudarme, porque de lo contrario…

¿Quién se ha creído este renacuajo para chantajearme de esa forma?

—Puedes hacer y decir lo que te venga en gana.

Me encogí de hombros, haciendo alusión a que no me importa.

Total… ya Alexander sospecha que no soy Alexa.

—Creo que Alexander le interesara mucho saber que…

Antes de poder terminar la voz ahogada de mi pequeña Alessia llegó a mis oídos.

Con rapidez coloque mis ojos en la niña, e inmediatamente formé mis manos puños al ver la escena.

La maldita mentirosa se encontraba a unos metros de mí, gritándole a mis hijos.

—¡CÁLLENSE, MALDICIÓN…! Si no lo hacen les cortare la lengua, y obligare a sus malditos perros a comérsela, engendrós del diablo.

Me levanté con furia de la silla reposera, y camine a pasos agigantados hacia la maldita mujer.

¡Quiero una heredera! [#4 de la saga Heredero]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora