Alexandra.
Alexander dejo un beso en mi vientre antes de levantarse de la cama, y me fue imposible no sonreír.
—Pacté la cita con el doctor para ver como esta nuestro hijo.
—¿Estás desesperado por ver a tu hijo?
—Claro mujer...
—Tengo entendido que quieres una niña, Alex. ¿Pero y si es un niño?
—Fácil, te hago otro... y otro y otro, hasta que me des la niña que tanto anhelos.
—¿Piensas que soy una máquina fotocopiadora de niños? -Alexander se atrevió a sonreír levemente. — ¿Cuántos hijos piensas que te daré? Porque en mis planes solo existe uno, y nada más.
—Quiero por lo menos seis niñas que me saquen de mis cabales y vuelvan mi vida un desastre.
Tener seis hijas, parecidas a mí es prácticamente suicidio.
¿Será que Alexander perdió la poca cordura que le quedaba?
—¿Te has vuelto totalmente loco?
—Sí, pero de amor por ustedes.
Alexander me guiño uno de sus ojos, tras verbalizar esas palabras.
Abri mi boca para decirle una sarta de cosas, pero fui interrumpida por por varios golpes en la puerta.
—¡Pase...! -Alexander emitió estas palabras y un segundo después la puerta se abrió dejandome visualizar al troglodita de Martín.
—¿Qué necesitás, Martín?
Martín alzó sus manos en señal de paz.
—Por mi propio bien, te pido que dejemos las disputas por el bienestar de mis sobrinos.
—Dices que es por el bienestar de tus sobrinos, pero lo cierto es que me tienes miedo, Martín.
—Cualquiera te tiene miedo diabla...
Rodé mis ojos y como era de esperar Martín imito mi acción.
Cualquiera le da unos buenos guantazos por...
—Mujer del diablo, deja de maquinar cosas perversas contra mí.
—¿Cómo sabes que estoy maquinando el próximo golpe que ejecutaré contra tí?
—Tu detector de maldad, me lo grita con fuerza. Y además...
La voz de mi madre se antepuso ante la voz de Martín.
Y eso logró alertarme.
—¡NO VOY A VOLVER CONTIGO...! Entiéndelo de una gez por todas.
Le di una mirada baga Alexander, y posteriormente me coloque sobre mis pies.
—ANA.
Calce mis pies con bastante rapidez y caminé con bastante rapidez hacia la puerta de salida.
Y una vez allí los gritos se hicieron más fuertes.
—¡PERDONAME, PERDÓN ANA...!
—Ya te he perdonado bastante Isaac, asi que ya llegué a mi límite.
Caminé hacia las escaleras y empecé a bajarlas con suma delicadeza.
—Ana.
—Vete por favor.
—Vuelve conmigo a casa, Ana.
—Volvere contigo si traes de vuelta a nuestra hija... hazlo te aseguro que volveré, pero mientras tanto me quedaré aquí, en casa de mi hija y cerca de mi nieto.
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¡Quiero una heredera! [#4 de la saga Heredero]
Roman d'amourElla quiere venganza. Y Él solo quiere una dulce y delicada niña.