Capítulo 10: Intento de escape.

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Alexandra.

Me sequé las lagrimas con pesar pesar luego colocarme sobre mis pies.

En cuanto estuve de pie mis dos cachorros ladraron enérgicamente.

—Ya estoy bien, ano se preocupen.

Alex y Xander volvieron a ladrar y en esta ocasión corrieron alrededor de mí.

Sonreí levemente al ver ambos cachorros, porque ellos sin siquiera imaginarlo me han dado el consuelo que tanto necesito.

La puerta del sótano se abrió abruptamente, dejando que mis ojos vizualizaran Alexander Salvatierra.

Mis cachorros se colocaron en alerta al frente de mi. Y no dudaron en ladrar hacia el intruso.

—¿Qué deseas Salvatierra?

El mencionado dio un paso hacia mi.

—¿Por qué abrazarte a ese... hombre?

—¿Por qué crees que lo hice?

Él entrecerró los ojos y volvió a dar otro paso hacia mi.

—No me tientes, Alexandra.

—Te tiento todo lo que me de la gana, porque no te pedí traerme a tu casa.

Alex trato de acercarse nuevamente a mí, pero mis cachorros se interpusieron en su camino.

—Por tu desafío, tuve que echar a ese mocoso.

—Si lo echaste, te doy una hora para que retorne a esta casi, si no quieres que tu casa explote.

—Ese hombre no volverá a colocar sus pies en mi casa.

—Entonces atente a las consecuencias Salvatierra. Porque causaré muchos destrozos.

Alexander trato de acercarse a mi, al dar varios pasos hacia mí, pero mis cachorros se lo impidieron. Al ladrarle con mucho más ímpetu.

Alex miro mal a mis pequeños, a lo que yo enarque una ceja.

—Mucho cuidado con hacerle algo Alex y a Xander. Porque por ellos soy capaz de terminar lo que llegue hacer a esta casa. Así que mucho cuidado.

—Te dije que no los quería en mi casa pero eso te valió madres.

—Como a tí te vale madre que yo te diga que le devuelvas el trabajo a Marcelo.

Sin importarle que mis cachorros estuvieran ladrando como locos, Alexander se acercó a mí. Y tomó posesión de mi brazo izquierdo.

—Ese hombre no volverá a colocar sus pies en esta casa Alexandra, así que ve mentalizo que ya no podras utilizar al chico para provocarme.

Lo mire fijamente a los ojos. Y no dude en hablar.

—Si no es con él, puedo hacerte rabiar con cualquier otro hombre, porque lo que más abundan en esta casa son los hombres. -Alexander endureció sus facciones luego de escúchame verbalizar esas palabras. —Asi que es mejor que le devuelvas el trabajo a Marcelo, porque si me da la gana puedo hacerte rabiar con cualquiera de tus hombres.

—Marcelo no volverá a esta casa, así que la que debe mentalizarte eres tú.

Embozé una pequeña sonrisa.

—Si así lo quieres, pues tendré que causar mucho desmadre. Eso sí... no se vale lamentarse Salvatierra.

Alexander apretó mi brazo con fuerza.

—No me voy a lamentar, porque tú no haras nada de lo que pueda preocuparme...

¡Ja...! Este todavía piensa que no soy capaz de armar un desmadre del diablo para allá.

¡Quiero una heredera! [#4 de la saga Heredero]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora