Alexandra
Tomé asiento al lado de Martín, y él se atrevió a mirarme extrañado.
—¿Dónde está Alexander?
—Él me dijo que iría a tomar aire.
—Hare como que te creo, aunque no te crea nada.
—No me jodas, Martín.
—Él te extraño mucho Alex. -luego de escuchar está confesión desvíe mis ojos, para no hacer contacto visual con él. —Este año que lamentablemente estuviste lejos de él, Alexander no dejo de pensarte ni un solo segundo, siempre estabas en su mente, día y noche. Siempre tenía tu nombre en su boca.
—Este año separados pudo evitarse Martín, pero no... Alexander prefiero callar que es un hombre casado en vez de hábleme con la verdad.
—Lo único que espero es que puedan ser felices.
Yo también lo espero.
Ambos hicimos silencio por un corto periodo de tiempo, porque el rey de Roma se colocó en nuestro campo de visión y he decir que votaba humo por las oídos.
—Ale...xandra. -mascullo él entre sus labios.
—¿Ahora que le hiciste?
—¿Por qué tendría que hacerle algo?
—Conociendo la joyita que eres, no puedo más que pensar cosas negativas de tí.
—Me ofendes.
Martín se colocó sobre sus pies cuando vio que Alexander se encontraba a tan solo unos pocos pasos de nosotros.
—¿Me dejaras sola?
—Ese enojo lo provocaste tú, así que eres tú y nadie más que tú quién tiene que lidiar con lo que provocaste.
En mi defensa, he decir que yo no provoque nada. Así que tengo mi mente tranquila.
—Ale...xandra.
—¿Qué deseas Salvatierra?
—Matarte.
—Es una lastima que no puedas hacerlo, así que quítate de mi campo de visión porque me estorbas.
Mi macho me brindo una mirada fulminante.
—¿Por qué rayos me encerrarte en ese maldito cuarto de limpieza?
—¿Estas enojado por eso? ¡Hazme el favor...! deberías estar agradecido de que te deje encerrado en ese lugar, para que pudieras reflexionar sobre tus actos en esta vida.
Salvatierra formó sus manos puños.
Que deje el drama porque no es para tanto.
—¿Quiero mi pago?
—¿Qué pago?
—El que me debes, ¿o es que a caso se te olvidó que Martín me dio la potestad de que cobrará lo que hizo?
—Ya esa cuenta esta saldada Salvatierra. Así que compra un bosque y piérdete en él.
Posterior a estas palabras me coloque sobre mis pies.
—Muy bonita la frase, querida. Pero creo que tendrías que haber dicho que compráramos un bosque y que nos perdiéramos en él, porque tu te vienes conmigo.
Antes de poder reaccionar Alexander me tomó por la cintura con fuerza y posteriormente me coloco sobre su hombro.
—Alexander... ¡suéltame por tu propio bien...!
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¡Quiero una heredera! [#4 de la saga Heredero]
RomanceElla quiere venganza. Y Él solo quiere una dulce y delicada niña.