Alexander Salvatierra.

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Alexander.

Me lleva el mismísimo diablo.

—Alex, contrólate.

Esas palabras lograron avivar la furia que llevo contenida dentro de mi.

—¡AHH...! -grite estas palabras con fuerza para después golpear con todas mis fuerzas unos de los pilares de mi casa.

No me importa el dolor, no me importa romperme todos los huesos.

Lo único que me interesa es que Alexandra vuelva. Que vuelvas mi reina a su castillo.

—¡ALEXANDER! -Martín ahogó este gritó, y con rapidez se acercó a mí. —Acaso pretendés romperte los huesos.

—Quizas rompiéndome todos los huesos logré sentir el inmenso dolor que le causé Alexandra.

—Alexander, no todo esta perdido. No abandones sin luchar.

Solté una gran carcajada burlona.

—Estoy cansado, cansado de luchar.

Martín coloco sus manos alrededor de mi cara, para obligarme a mirarlo.

—Se que estas cansado, pero no te puedes dar por vencido.

—He luchado incasable, luche con el monstruo del padre de mis hermanos, luche con uñas y dientes para que por una vez en la vida él me quisiera... pero no, nunca lo hizo. -una lagrimas descendió de mis ojos. —Luche para obtener el amor de Leslie, luche contra sus demonios para casarme con ella... pero al fin de cuentas esa lucha no sirvió de nada... esa maldita lucha fue en vano porque ella se marchó con el primero que le endulzo la píldora... me dejó Martín... me dejo como si fuera un trapo de olla al que desechas cuando ya no sirve.

—Alexander... -me encargué en interrumpirlo.

—Pero ahora cinco años después aparece para echar por la borda todo lo que construí con Alexandra en dos años...

—Alex...

Cerré mis ojos con fuerza luego de escuchar la voz de esa mujer.

—¡NO ME LLAMES ASÍ...! -solte esas palabras y las acompañé con un grito colérico.

¿Por qué volvió?
¿Por qué no prefirió marcharse a la luna antes de de siquiera pensar en venir a joderme la existencia?

—Yo... lo siento.

—Los dejare solos, Alexander. Pero tomalo con clama.

¿Calma? ¿Cómo puedo tener calma cuando la mujer que amo se marchó de mi lado?

—Me hubiera encantado escuchar esas palabras hace cinco años atrás... Pero ahora que las escucho no me causan nada.

—Se que no debí abandonarte, se que merezco todo el odio que sientes por mí. Pero hice todo por una inmensa razón Alexander. 

—No me importa la razón que tuviste, ya no me importa nada. -Leslie negó. —Te pido de favor que te mantengas lo más alejada de mi que puedas, hasta que discutamos los términos del divorcio.

—Alexander...

—No te quiero escuchar.

—No te voy a dar el divorcio.

Escuchar esas palabras fue el detonante de la irá en mí.

Formé mis manos puños y camine hasta estar al frente de Leslie.

—Me vas a dar el divorcio, aunque eso sea lo último que haga, Leslie. Te advierto que no juegues conmigo porque te puede ir muy mal. -posterior a estas palabras giré sobre mis pies.

¡Quiero una heredera! [#4 de la saga Heredero]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora