───𝟫. 𝖲𝖾𝗇𝗍𝗂𝗆𝗂𝖾𝗇𝗍𝗈𝗌

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𝖬𝖺𝗋𝖺𝗍𝗈́𝗇 𝟣/𝟥🩷

Han tenido la sensación de estar en un lugar pero no sentirse allí, sentirse que en realidad están cayendo por un precipicio sin final simplemente caer y caer sintiendo el aire faltarles hasta quedar inconscientes y que su cuerpo imaginé que si llegaron a un final, un final que nunca llegó.

Últimamente me sentía así, en un precipicio sin final, pero el aire no faltaba y mi cuerpo no imaginaba un final.

Sentía un desbalance en mi interior que no sabía cómo explicar, esta tan extraño y tan confuso. Nunca fui de expresar bien mis sentimientos y eso me fruatraba demaciado.

Cuando tenía diez mi perrito Loki murió y estuve triste por tres horas luego salí a jugar al parque, dos semanas después lloré más su muerte.

A los trece discuti con Mathias por comencé mi yogurt, no le hable por tres dias y los extrañaba, a pesar de estar en la misma casa.

Cuando me mude con mi padre pensé que sería lo más bonito del mundo, sabía que estaría cerca de el, de mi hermana menor y de mi familia. Sin duda estaba tan equivocada. Me fue tan mal que no se que hubiese hecho sin los Jiménez. Realmente eso me había afectado tanto física como psicológicamente. En solo pensar eso me sentia agotada, no podía siguiera especificar una emoción o sentimiento.

Me sentia tan agotada y tan abrumada que no lo soportaba. Mis emociones iban de cambio a dos por segundo.

Me mire frente al espejo del cuarto de baño fijamente, iba en un ligra y un top, pase las manos por mi cintura era pequeña con algunos lunares en ella pero tenía pancita no se notaba pero la veía enorme, toque mis muslos algo gruesos y no tan delgados, mis brazos no tan gordos pero tampoco delgados, mi rostro con ojeras leves, mi mandíbula algo marcada, mi nariz semi perfilada, mis labios rosa naturales, mis ojos de un color café claros, mi cabello algo grasoso, castaño rubio.  Seme notaba el busto tanto de mis bubis como mis glúteos, estos gracias a herencia de mi madre.

Mi tez pálida que casi parecía un fantasma, los huesos de mi clavícula se marcaban mucho, bueno casi la mayoría, había dejado de estar comiendo mis tres comidas al día, solo bebía líquidos la comida no me pasaba. No podía si quiera probar algo porque mi sistema no lo pasaba lo vomitaba al instante.

«¿No crees que estas comiendo mucho? Estas más gordita.

Deberias de ser como Sofía, ella si esta flaca.

No comas tanto, engoradaras más.

Eres la única nieta de mi mamá que esta gorda.

¿Hasta cuando dejaras de comer?  Ya engoradaste más. »

Esas palabras pasaban por mi cabeza una y otra vez, no paraban de sonar. Cada recuerdo de ellos diciéndome exactamente lo mismo, que dejase de comer, que me estaba poniendo gorda. Y si lo estaba estaba gordita, mis cachetes redondos y rellenitos era la prueba. Esos comentarios me hicieron cambiar mi relación con la comida, pase de ser una chica que le gustan comer a una que ni siquiera tocaba su plato.

Se sentía tan injusto, yo no tenía culpa de nada pero aún así me la hecharon, me culparon del como me trataron de como me menospreciaron, de como el fue capaz de levantarme la mano.

Solté un solló pegando mi espalda con la fría pared, abrace mis rodillas escondiendo mi cabeza entre ellas, me dispuse a llorar tratando de liberar todos los sentimientos y emociones que tenía acumulado dentro.

Era tan injusto que fuese yo la que estuviese sufriendo cuando en realidad eran ellos los culpables, cuando fue el que me hizo esto, confíe en el, le si todo de mi y prefirió creerle a ella que a su propia hija, a sangre de su sangre. Pero eso era lo único que nos unía la sangre, solo eso.

𝐃𝐚𝐲𝐝𝐫𝐞𝐚𝐦𝐢𝐧 | 𝐋𝐚𝐦𝐢𝐥𝐞 𝐘𝐚𝐦𝐚𝐥 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora