Capítulo 1 La reunión

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Perspectiva de Taylor Davis.

Lunes 19 de noviembre de 2018, New York, USA

El horripilante sonido del despertador hizo que Taylor se despertara totalmente hastiado al recordar que es lunes. Se incorporó echando hacia atrás su cabellera rubia y miró con sus ojos verdes oscuros hacia el lado derecho de la cómoda y caliente cama para percatarse que Alma, su novia desde hace dos años y medio, aún no había llegado de trabajar, pese a que eran las siete y cuarto de la mañana. Salió de la cama para escuchar como caía agua de la ducha del baño que se encontraba en su cuarto, indicando que, efectivamente, su pareja sí que había llegado a la hora como de costumbre.

Una vez aseado y vestido con su camisa color blanco y sus pantalones de traje color azul marino junto con los zapatos y un cinturón a juego y un hermoso y caro reloj adornando su muñeca izquierda, se dirige a la cocina dónde preparó su café matinal junto con el almuerzo que se llevaría a la oficina un día más, mientras visualizaba a su novia aparecer con el pijama, la cabellera castaña algo húmeda y con los ojos cansados después de una larga jornada laboral.

-¿Cómo te ha ido esta noche en el hospital?- Comentó mientras se acerca dándole un beso de buenos días mientras le acariciaba la cintura con ambas manos.

-Bien, agotada por eso, ¿has podido descansar bien, amor?- Alma miraba hacia Taylor apoyando su barbilla en el pecho de él mientras lo abrazaba, él moría de ternura cuando ella hablaba en su idioma materno, el español.

-No es lo mismo dormir contigo, que sin ti.- dijo depositando un beso en la frente y alejándose para agarrar el café ya listo junto con el almuerzo y disponerse a salir de la casa en dirección al trabajo.

-Que vaya bien la reunión con tú padre.- Expresó la mujer con aquella mirada cálida cuando cerraba poco a poco la puerta de la casa que compartían desde hacía un año, viendo como su hombre se iba haciendo una mueca de desagrado llegando al coche aparcado en la rampa de la casa para ponerse en marcha camino a la SEDE del FBI donde trabajaba siguiendo el mandato de su padre, en plena ciudad de New York.

Taylor por un momento había olvidado la dichosa reunión, por la cual, su padre llevaba molestando por unos tres largos y pesados meses, realmente no sabía que iba a decirle. Él solo odiaba una parte de su trabajo como agente del FBI, y era que su padre fuese incapaz de separar entre el ámbito laboral del familiar y eso era una desventaja en los dos tipos de relaciones, era exigente como jefe en la familia, pero también tenia más confianza con él y le decía todo tal y como lo pensaba, sin filtro. Le presionaba demasiado para que Taylor siguiera sus pasos, cosa que le creaba aún mucho más estrés y ansiedad, en definitiva, no disfrutaba ni de su padre ni de su trabajo en muchas ocasiones.

El rubio entró a la lujosa sede del FBI por el parking para aparcar su Mercedes AMG-gt color negro en el parking y subiendo hacia los despachos de la octava planta, donde se ubicaba el despacho de su padre y las salas de actos o las salas de dolores de cabeza, o asi la llamaba Taylor en petit comité.

Una vez el ascensor amplio abre sus puertas deja ver un gran hall con diferentes puertas de vidrio opaco que llegaban hasta el techo detrás de la administrativa Lilly, una mujer de unos cincuenta, encantadora la cual, era de las pocas que llevaba el tiempo suficiente en la empresa como para haber visto crecer a dos generaciones laboralmente, a su padre y a él mismo, más bien, solo le faltó estar en la sala de partos junto con su madre, era tan apegada a la família que fuera del ámbito laboral la llamaba tía aunque no fueran de sangre. 
              
-Buenos días Lilly, te ves preciosa hoy- Se acercaba sonriendo y ajustándose las mangas del traje a sus muñecas y estirando la tela del traje para intentar quitar cualquier imperfección, la ansiedad y la necesidad de la perfección tiene nombre y estaba apunto de llegar y eso no ayudaba.

¿Seré capaz de amarte después?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora