Capítulo 27. Una confusión y muchas preguntas

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Domingo 26 de mayo de 2019, New York, USA.

En la habitación de la casa de Taylor, después de una noche en la que el alcohol se convirtió en el protagonista, se encontraba Alessandro perplejo debido a como se estaba desarrollando la noche, su amigo lo estaba besando en ese instante y él solo podía mantenerse quieto intentando pensar en claro debido a la confusión del momento, pero ahí estaba Taylor alargando el beso esperando a ser correspondido, pero, no por él.

-Alma, ¿Por qué te has ido?- Susurró en los labios del pelinegro.

-Taylor, soy yo, Alessandro.-Zarandeó al rubio y este abrió los ojos y se separó con lágrimas en ellos.

-¿Nadie te ha dicho que besar a alguien borracho no esta bien?- Preguntó con una mueca de asco nada más darse cuenta de lo que había sucedido.

-¡¿Pero qué mierdas me estás contando!? ¡Has sido tú el que me ha besado!- Alessandro gritaba exaltado.

-Y tú, ¿Para que me sigues el beso? ¿No ves que soy tu amigo? ¡Y que estoy borracho!- Taylor se limpiaba la boca con la mano intentando quitar cualquier resto de su amigo.

-¡Yo no te he seguido nada! Te has abalanzado y no te apartabas y para colmo, querías besar a otra persona en vez de a mi, todos los hombres sois iguales.-Gritaba Angelo con asco.

-¡No mientas! Yo solo estaba triste y has visto la oportunidad perfecta para hacer que caiga en tu juego de seducción. Déjame decirte que esa técnica de ser el hombro en el que alguien llora y luego acostarse con esa persona, ¡La inventé yo! Así que no vengas con tus aires italianos de conquistador.-Lo señaló con el dedo.- Porque no soy gay.

-Tú me estás vacilando.- Lo observó serio.

-Aléjate de mí embaucador.- Exageraba una vez más Taylor aun bajo los efectos del alcohol. Alessandro, se dedicó a sonreír y darse por vencido.

Lunes 28 de mayo de 2019, Central Park, New York.

Taylor se encontraba con bastantes nervios en el starbucks acordado mientras observaba con determinación cualquier persona para saber si era el que escribió la maldita carta, pero parecía que no iba a dejarse ver fácilmente.

Las horas pasaban y el tercer batido del rubio lo empezaba a detestar, nadie aparecía, habría sido una broma de mal gusto de todos aquellos de la sede que se dedicaban a menospreciar todo el ardúo trabajo que había hecho su padre durante todos esos años y a burlarse de todo el daño que le provocaba esta situación a Taylor, decidido se levantó con resentimiento.

Al salir por la puerta del establecimiento, una mujer chocó con su hombro al querer entrar mientras él salía, con toda educación pidió disculpas sin girarse a ver la cara de la mujer, pero esta le agarró de la muñeca para que no pudiera irse.

-Taylor, no te vayas aun.-El rubio de giró.- Tengo mucho que contarte.

Se quedó perplejo al darse cuenta de quién era la mujer que disponía de la información sobre Alma, no sabía si debía confiar en ella, pero de perdidos al río, había estado durmiendo con la mujer que sabía que iban a matar a su madre mientras el lloraba por ella a su lado, ¿Qué más podría perder?

La siguió hasta una mesa algo apartada donde no los pudieran ver desde fuera, ella pidió un café mientras él se negaba a beber una cuarta bebida, además los nervios se habían disparado afectando a sus manos y su frecuencia cardíaca elevando considerablemente.

-Rompe Emma, ¿Qué es lo que me tienes que contar de Alma?-No aguantaba más tanto misterio.

-Antes que nada, quiero que sepas que toda la información que te proporcione hoy, es porque quiero que me ayudes, pero debes tener tanta sangre fría como para actuar con normalidad.

¿Seré capaz de amarte después?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora