¿Seré capaz de amarte después?

Capítulo 2. ¿De dónde has salido?

Lunes 19 de noviembre de 2018, New York, USA

Taylor no podía más con el dolor de cabeza, solo pensaba en llegar a casa y poder descansar un poco y pasar tiempo con Alma. Se había quitado la americana, el cinturón y la corbata, además de haberse desabrochado los dos botones superiores de la camisa y arremangado las mangas hasta los codos nada más entrar en el coche para sentirse algo menos ahogado. Se habían llevado informes para acabar las cosas pendientes, toda su cuadrilla también se habían llevado trabajo a casa.

-El imbécil de mi padre ya podría haber avisado y así, yo podría haber metido más presión al equipo y a mi mismo para no ir tan ahogados, cuarenta y ocho horas para acabar lo que se supone que nos dan de margen uno o dos meses.- Solo le salía resoplar y quejarse mientras conducía apretando el volante con las manos.

Al llegar a casa se encontró con Alma con el pelo recogido por una pinza y un pijama de Winnie Pooh de tirantes pero pantalón largo, estaba en la cocina y el olor a cena casera y caliente hizo el contraste que necesitaba con el frío tiempo que anunciaba el final del otoño para acercarse al invierno. Ella sabía que era lo que podía mejorar mi humor después de un día largo y pesado. Dejo todo tirado en el sofá para acercarme a saludarla.

-Hola bella, ¿Cómo estás?- Preguntó abrazándola por detrás y hundiendo mi cabeza entre su cuello y hombro oliendo su perfume mientras acariciaba su vientre con mis manos.

-Yo estoy bien mi amor, pero veo que tú no, ¿Cómo ha ido la famosa reunión?- Comentaba haciendo énfasis en la palabra famosa mientras ponía los ojos en blanco. Acertaba como nadie, a veces Taylor pensaba que podía leerle los pensamientos con solo mirarle.

-Pues un poco agobiante.-

-¿Asfixiante?-

-Deprimente.-

-Vaya, ya veo el nivel, ¿Qué es lo que te ha hecho tu padre?- A pesar de ser su suegro, Alma sabía muy bien qué clase de hombre era, por eso no se extrañaba cuando su novio aparecía con ese ánimo.

-Empezaremos un nuevo proyecto, en el cual viene un supervisor como yo pero de la inteligencia italiana.- Dijo de manera tranquila mientras su novia servía el pescado que había preparado al horno, para después poner el plato delante de él.

-Vaya, eso es nuevo, ¿te sientes nervioso por ello? Es algo que nunca has hecho, sé que eres capaz de liderar un equipo y que puedes trabajar en equipo, pero nunca te he visto compartiendo el liderazgo.- Alma se preocupaba por su bienestar, su hogar, su lugar tranquilo, él la amaba como a nadie en su vida y en estas ocasiones es donde se daba cuenta.

-Realmente no me siento amenazado por un italiano, pero ojalá hagamos buen equipo, al menos por el hecho de proteger a la gente de esos mafiosos, debo encargarme de que no hagan sus trapicheos aquí en Estados Unidos.-

Taylor no soportaba la idea de que la gente pudiera hacer daño a otros por sus intereses económicos o por intereses de poder, le ponía enfermo, gracias a esto se le había quitado el hambre, se levantó de la mesa recogió su plato y lavó los trastes, mientras Alma le miraba con una cara de preocupación. Sabía que se avecinan momentos difíciles, en los que el estrés, la ansiedad y la necesidad de ser perfecto cómo su padre quería se volvería hacer presente en su vida.

Martes 20 de noviembre de 2018, New York, USA.

Eran las dos y veintiocho de la madrugada, Taylor seguía con el portátil encendido acabando el trabajo que ahora estaba atrasado, se encontraba cansado y ya no sabía ni cuál era su nombre.

Estaba en el despacho en la planta de abajo al lado de la cocina, en pijama, con el pelo despeinado para abajo y con las gafas puestas mientras leía el mismo párrafo una y otra vez intentando concentrarse y no dormirse encima del ordenador portátil y de los informes en papel que tenía esparcidos por toda la mesa cuando Alma interrumpió su poca concentración al entrar en la habitación, hoy era una de esas noches que no le tocaba trabajar en el hospital como enfermera.