Capítulo 12. Karma

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Domingo 30 de diciembre de 2018, New York, USA.

Tres y diecisiete am, contentos con la información en la grabadora se disponían a salir del club cuando un fuerte estruendo resonó desde la planta de arriba del local y la gente salió corriendo despavorida hacia todos lados, gritando y empujándose unos a otros, ambos se miraron y empezaron a correr hacia dentro del local en contra de la marea de gente.

Los guardaespaldas de Michael bajaban las escaleras junto con las chicas semidesnudas, nada más llegar a la planta de arriba se pudo observar la puerta abierta y el cuerpo sin vida del gángster en la misma posición que lo dejaron, sentado en la silla, pero esta vez con la cabeza tirada hacia atrás y un agujero enmedio de la frente con todo su alrededor salpicado de sangre y en la mesa escrito con el mismo líquido rojo "morire senza dignità come traditore".

Taylor con muecas de asco se dirigió hacia fuera del despacho para llamar a sus compañeros de homicidios, mientras se le escapaba alguna arcada, mientras Alessandro observaba toda la escena para no perderse ni un detalle, el rubio al desbloquear su teléfono se dió cuenta de que tenía ocho llamadas perdidas de Alma y trece de su padre, asustado le dió la orden a su compañero de que llamara a homicidios mientras él se encargaba de devolver la llamada a su padre.

Un tono, dos tonos, tres tonos, nadie contestaba. Intentó probar de localizar a Alma, que se encontraba en el trabajo, no quería molestarla, pero parecía urgente.

Un tono, dos tonos y respondió.

-Hola sweetheart, ¿Qué ocurre?- Se tapó la oreja libre para poder escuchar con más atención debido a las sirenas de ambulancia y policía que se escuchaban llegar al lugar de los hechos.

-Tay, amor, ¿Dónde estás?- Preguntaba nerviosa Alma y eso fue lo que activó los cinco sentidos de él.

-Alma estoy en un club del Bronx en mi misión de infiltrado, ¿Qué pasa? ¿Estás bien?- La espera de la respuesta estaba martirizando.

-Yo sí, pero, Taylor, tus padres están aquí en el hospital, tu madre está ingresada en mi unidad de cuidados intensivos, ven cuanto antes, tu padre está muy nervioso, no sé cómo calmarlo.- En ese momento se le cayó el teléfono de las manos y su cara estaba pálida, empezó a caer gotas de sudor mientras escuchaba un zumbido en sus oídos, no era capaz de escuchar nada, todo lo que observaba estaba borroso, su respiración era lenta, débil y arrítmica, estaba en estado de shock, estaba de pie encorvado hacia delante con la mirada en un punto fijo.

-¡Taylor!- En ese momento el rubio reaccionó mirando a Alessandro a los ojos quien se encontraba zarandeandolo por los hombros para que reaccionara.- Hasta que me miras, ¿Qué pasa? ¿Qué quería Alma?

-Mi madre.- Susurraba con un hilo de voz, no acababa de reaccionar.

Alessandro agarró del suelo el móvil de Taylor, lo desbloqueó con su cara y se dispuso a llamar a Alma para preguntar qué era lo que pasaba en ese instante. Al estar enterado de la situación se acercó a sus compañeros, les comentó lo ocurrido y se marchó rodeando con su brazo izquierdo los hombros de su amigo y con la mano derecha le agarraba de una de sus manos y salieron del club, se montaron en un taxi y marcharon hacia el hospital donde trabajaba Alma, durante el trayecto Taylor siguió en el mismo estado que antes.

Al llegar, Alessandro sacó a Taylor del taxi hasta la recepción del hospital donde se encontraba Alma vestida de uniforme con el cabello recogido por una cola alta, Taylor al verla se abalanzó sobre ella para abrazarla.

-Alma, ¿Dónde está mi madre, que ha pasado?- La miraba a los ojos, llorosos, a punto de llorar, Alessandro hizo un gesto y se quedó fuera fumando.

-Taylor, será mejor que te sientes, te explicaré lo que quieras saber, pero debes estar sentado primero.- Lo dirigió a la sala de espera de fuera de la unidad, al sentarse Alma empezó a explicarle.- Han entrado en tu casa Tay, una mujer ha entrado a tu casa y ha disparado a tu madre.- Taylor lloraba en silencio intentando asimilar lo ocurrido.

¿Seré capaz de amarte después?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora