7. Mentiras

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Violeta se tumbó en la cama de la menorquina y dejó que ella se tumbara encima, empezó a hacerle caricias por los brazos y la cara. Chiara se sentía en el cielo, la única persona con la que había sentido esa tranquilidad antes era Nicole y no se asemejaba ni de cerca con lo que estaba sintiendo ahora. Es verdad que empezaba a sentir un poco de culpa por pensar eso, pero lo ignoró y se permitió sentirse en paz por primera vez en días.


Calor. Es lo primero que siente Violeta al despertarse, mucho calor. Se intenta incorporar un poco para deshacerse del edredón que la envuelve, pero nota algo que la impide realizar la acción. Entonces se da cuenta de dónde está y recuerdos del día anterior llenan su mente de imágenes y su estómago de mariposas.

Sonríe ampliamente al notar el cuerpo de la inglesa sobre el suyo y no puede evitar llevar su mano para acariciar su cara suavemente. Se miente a sí misma diciéndose que es para notar si la fiebre ha bajado algo y nota como su temperatura no es tan alta como el día anterior pero aún la siente tiritar un poco. Se permite volver a cerrar los ojos y concentrarse en sentir el cuerpo de Chiara sobre el suyo, quiere guardar este momento en su cerebro para siempre. El calor abrasador que sentía cuando se despertó ha pasado a segundo plano y ahora solo puede sentir la piel suave de la frente de Chiara contra su cuello, su brazo derecho rodeando su cintura, su pierna entre las suyas y el sonido de su leve respiración que inunda la habitación.

Ruslana ha perdido la cuenta de las veces que ha pasado ya por la puerta de la habitación de Chiara. Quiere entrar y asegurarse de que su amiga está bien, que lo que quiera que sea que Violeta le dio ayer le haya hecho efecto y que esté descansando tranquila. Pero tiene miedo. Miedo de encontrarse con una imagen totalmente distinta. Solo quiero que le haya bajado la fiebre.

Pero ese día, parte de los integrantes del piso Marruski, han decidido mentirse a sí mismos para no afrontar la realidad. Ruslana decide abrir la puerta muy lentamente, ya no tanto por no despertar a su compañera de piso sino porque no ha sido capaz de prepararse mentalmente para lo que pueda encontrar. Asoma su cabeza con precaución y entonces lo ve.

No sabe que pensar. Por un lado, ve a su amiga durmiendo plácidamente, sonríe al ver su cara de tranquilidad, algo que hacía mucho que no veía y había echado de menos. Pero claro, como puede ser eso bueno cuando la razón es que está durmiendo sobre la chica con la que no ha parado de hablar durante semanas. La chica que se enteró antes que su propia mejor amiga que estaba enferma. La chica que no ha parado de estar pendiente de Chiara desde que se mudaron a Madrid.

Debería estar feliz de que al menos alguien la esté cuidando como se merece. Piensa Ruslana mientras vuelve a cerrar la puerta de la habitación de Chiara. El problema es que Ruslana conoce muy bien esta historia porque ya la ha vivido, sabe lo que es ser la Nicole de la narrativa, sabe cómo es que tu pareja te engañe no por un calentón sino porque tú no eres suficiente. Y aunque odia a Nicole, vivir eso no se lo desearía a nadie.

Por otro lado, Martin llega al piso después de haber estado desaparecido durante todo el domingo rezando porque nadie haya notado su ausencia. Cuando Chiara abandonó la fiesta con Nicole y Ruslana se fue a dormir a casa de Omar él decidió volver a quedarse en el piso de Violeta, pero sus planes se torcieron y lleva desde esa noche en casa de cierto maño.

El domingo lo había pasado junto a él, haciendo el desayuno, luego paseando por Madrid y por último volviendo a su casa con la excusa de ver una película que quedó olvidada en algún punto. Todo parecía un sueño y Martin no podía estar más feliz. Pero todo cambió la mañana del lunes cuando Juanjo le dijo que esa tarde cuando volvieran a clase no dijera nada, que eso quedaba entre ellos dos. Si no hubiese sido por las obras del edificio de al lado, Martin está bastante seguro de que podría haber escuchado como su corazón se rompía. Pero si algo se le daba bien a Martin era actuar, puso su mejor sonrisa "No te preocupes, queda entre tú y yo" le dijo mientras se vestía y se disponía a volver a su piso.

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