10. Juego

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Ruslana llevaba la última media hora intentando concentrarse en un trabajo interminable de la universidad. No era la mejor estudiante del mundo, es más, dejar todo para el último día era su ley de vida. Por eso ahora mismo se encontraba sentada delante del ordenador intentando escribir 4.000 palabras sobre la historia del periodismo en España de las cuales solo llevaba el título.

Normalmente trabajaba genial bajo presión, cualquier otro día en esa media hora habría escrito una enciclopedia. Pero había un pequeño factor que le impedía concentrarse. Ese pequeño factor medía metro sesenta, tenía los ojos verdes y llevaba media hora sentada en el salón con el móvil en las manos intercambiando mensajes. Claro, esto no sería un problema si no fuera porque Chiara tenía el volumen encendido y se escuchaba cada tecla que pulsaba.

- Chiara por favor, nunca te pido nada, quita el puto sonido del móvil, psicópata – dijo cuando ya no podía más.

- Perdón, Rus, es que no sé qué le pasa al móvil que lo quito y se vuelve a poner solo – dijo esta acercándose a la mesa donde estaba Ruslana sentada - ¿Cómo lo llevas?

- Fatal, no he empezado aún, pero bueno, todo se puede – respondió Ruslana viendo como la pantalla del móvil de Chiara se volvía a iluminar con un nuevo mensaje de Violeta.

Ruslana sabía que no era el mejor momento para tener la conversación pero ahora que su mente había encontrado algo más para hacer y posponer otra vez el trabajo no podía no hacerlo.

- Kiki, una preguntita, ven siéntate – dijo Ruslana cerrando la pantalla de su portátil.

- Qué miedo, ¿me vas a echar la bronca? – dijo Chiara haciendo caso a la pelirroja

- No, no, solo que, ¿no te parece raro estar todo el día hablando con Violeta? Me refiero, la ves todos los días en clase ¿qué más tienes que hablar con ella? – preguntó Ruslana

- Pues no sé, ahora estamos hablando de que nunca ha visto el Rey León, que a mí me parece rarísimo, en plan, no es un peliculón tampoco pero no sé es como demasiado típico ¿no? – dijo Chiara con total normalidad

Ruslana no pudo evitar reírse ante la respuesta de su amiga y encontró algo de alivio en sus palabras.

- No sé, Kiki, es que mira que odio a Nicole, pero no puedo evitar pensar en cómo me sentiría yo si Omar se pasase el día hablando con otra chica que acaba de conocer- dijo Ruslana

- Pero yo con Violeta no hablo como con Nicole, es muy distinto – se explicó Chiara

- Bueno es que con Nicole casi ni hablas – dijo Ruslana

- Pero eso no tiene nada que ver con Violeta. Es solo que Nicole y yo no solemos hablar tanto, pero sí hablo con ella. No pretendo que lo entiendas, Rus pero Violeta es mi amiga y ahora mismo siento que me entiende en ámbitos que nadie más lo hace.

En otro contexto igual Ruslana se hubiese sentido dolida. Pero sabía que Chiara no había tenido buenas experiencias haciendo amigos. La gente a veces la veía como una persona demasiado intensa, y solían cansarse de ella muy rápido, pero Chiara era especial y esa gente demasiado simple para verlo. Estaba claro que Violeta era una de las personas con más inteligencia emocional que Ruslana había conocido. Por eso le encantaba la idea de que Chiara se pudiese apoyar en ella.

- Tienes razón, Kiki. Ya sabes que tengo mis traumas con los cuernos. Sé que tu jamás harías eso, pero no puedo evitar pensar que tu conexión con Violeta va más allá de una amistad – dijo Ruslana con sinceridad.

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