16. Agotando posibilidades

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Mientras tanto, Sam le insinuaba a su hija sobre la posibilidad de tener una hermanita, le cuestionaba, le parecía buena idea, alimentaba su imaginación diciéndole que podría tener una compañera de juegos y lo maravillosos que eso sería.

Para entonces el humor de Florence fluctuaba entre el presente y los recuerdos de su vida junto a su padre.

Y cuando esto ocurría era cuando se generaba toda clase de conflictos.

Sam se preguntaba si podía ser capaz de destrozar el corazón de su pequeña, porque eso pasaría tarde o temprano.

Al contemplar la información, la joven madre optó por acudir con los padres que se encontraban más cercanos, hablando de distancias.

Los Randall vivían en Berwyn, por las primeras búsquedas que realizo por medio de Go.ogle Ma.ps, Sam pudo constatar que era un barrio de clase media, ambos padres trabajaban, así que a su hija de nombre Maddison la dejaban en una guardería.

Y allí acudió Samantha con la excusa de estar buscando a donde meter a Florence, a quien ese día llevo con ella, su mentira fue creída por la encargada.

Quien enseguida las hizo pasar, pues Sam expreso su deseo de observar las instalaciones y si se lo permitían el tipo de actividades que realizaban los menores.

Sam en todo momento se mostró cordial y con una actitud afable, cosa que le gusto a la encargada y por consiguiente le abrió las puertas para lo que en realidad planeaba.

Ya que el lugar era algo costoso, la encargada pregunto cómo se había enterado, Sam no dudo en mencionar a la señora Randall, una pequeña historia de como en un encuentro en el supermercado la llevo a conseguir aquella recomendación.

Después de una exhaustiva explicación de los planes de educación que tenían los niños y los costos según su tipo de estancia, Sam salió de la oficina de la guardería con varios papeles, y la guiaron para que observara la integración de Florence a aquel ambiente.

—Mira mamá, encontré a Maddy —Florence anuncio tan solo ver a su madre, así que la niña la traía de la mano y al parecer habían congeniado.

Maddison era una niña de cabello castaño claro y ojos color miel y aunque en ella no se vislumbraba ninguno rasgó de Carter o ella, no podía solo descartarla.

—¡Es fabuloso! —Sam se agachó y de su bolso saco un prendedor con un listón, —mira cariño la otra vez lo soltaste.

Sam giró a la niña sin permitirle ver el listón, simplemente comenzó a recoger su cabello en una coleta para colocárselo.

—Listo, te ves hermosa.

Se despidieron, y aseguraron que pronto sabría de ella porque le gustaba mucho el lugar para que su pequeña acudiera.

Ya estando fuera, Florence al haber escuchado lo de llevarla a aquella guardería no pudo evitar demostrar su desacuerdo —mami, no quiero.

—Descuida cariño, solo estamos viendo opciones, pero si tú me dices que no te gusta, no te cambiaré.

—¿Lo hice bien?

—Sí, mi niña, muy bien, lograste encontrar a Maddison y así le entregamos su broche.

Samantha le había pedido a Florence buscar a Maddison Randall, era un plan muy pobre, pues no sabía si dejarían que su hija interactuara con los niños allí presentes, su otra opción era preguntar directamente por ella.

Enseguida se dirigieron a dejar la muestra de cabello para su análisis.

...

La siguiente era Bently Carlson, allí tenían que hacer un viaje de cinco horas para poder llegar, esta ocasión no llevo a Florence porque estaba segura de que no sería tan simple como con Maddy, debía ir a realizar una especie de investigación visual, quizá para la próxima ocasión trajera a su hija.

Maldigo el día que te conocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora