34. Vete

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Morgan salía a respirar y daba otras cuantas brazadas, las palabras de la niña, Charles o su asistente se habían apoderado de su mente.

Esa mujer merecía su admiración y aprecio por lo que hizo, criar a Florence y embarcarse en la búsqueda de su verdadera hija, no podía negar que era guapa y eso que siempre la veía con la cara lavada, su imaginación no sabría como brindarle un ejemplo de cómo luciría arreglada.

Llego y toco la pared, hizo un giro y siguió nadando, quería callar a su cerebro, así que empezó con el estilo de mariposa, ya que este le requería concentración, pero ni eso lo distraía.

Menos cuando esa mujer apareció allí a la orilla de la alberca, eso corto su ritmo y se fue de cara al agua, tragando líquido, rápido extendió sus brazos al frente para balancearse y jalar sus piernas y pararse en la alberca.

—¡Buenos días!, señor Koch, espero que no le molestemos, vine con las niñas, de esa forma pueden entrar a nadar un rato y usted juega con ellas, ¿no le parece buena idea?

—Claro, buenos días, mis princesas —Sam noto que Harper presto atención a Morgan.

Las ayudo a quitarse las camisas y la falda, pues ya traían el traje de baño abajo —vaya, ya vienen preparadas.

Sam las acompaño hasta la orilla, Florence busco la aprobación de mamá —¿puedo?

Ella sonrió —dile a tu papá que te atrape.

Morgan comprendió, también fue consciente que la niña no se sentía aún cómoda llamándolo papá —vamos preciosa, puedes lanzarte —Florence se encarreró y se aventó.

Morgan con Florence en brazos cuido de Harper que estaba sentada en la orilla solo con los pies metidos en el agua.

Sam aprovechó para acarrear todo lo que llevaba para la diversión de las niñas, inflables y unas pelotas de colores para Harper, volvió al camastro y mesa donde dejo lo demás y se despojó del conjunto deportivo.

Morgan no podía dejar pasar por alto el show que se desenvolvía ante él, si era guapa y a pesar de haber sido mamá, la figura de Samantha era muy atrayente.

Sam se unió a ellos sentándose a lado de Harper —listo, ya pueden irse a divertir —le dijo a Morgan y Florence.

El señor Koch extendió su mano ofreciéndosela a Sam para que entrara al agua y así lo hizo.

Sam mojó poco a poco a Harper y aclimatarla a la temperatura, para luego mostrarle las pelotas —te voy a subir en ese inflable para que juntemos las pelotas.

La madre remolcaba a su hija para que colectara las esferas, con paciencia, la niña señalaba las pelotas para que ambas fueran por ellas.

Hora y media fue lo que duro su estancia en la alberca, para luego subir, pues ya le habían robado tiempo al señor Koch, pero parecía niño sin querer cortar la diversión.

—Llevaré a las niñas a bañar, gracias —le informo a Morgan.

—Igual tomaré un baño, espero que me puedan acompañar a desayunar —con eso Sam apresuro a las niñas.

Antes de subir las escaleras Alice apareció para importunar a Morgan, Sam solo paso de largo con sus niñas, eso era cosa de esos dos, ella no tenía por qué andar escuchando conversaciones ajenas.

...

Para Sam fue evidente que la tal Alice era un caso perdido, desde que había llegado nunca se interesó por Florence, incluso cuando estaban a unos metros de ella.

Por la noche Morgan llegó directo a buscar sus princesas como él las llamaba, Sam las mantenía juntas, aunque tuvieran diferentes actividades.

Listas para la cama, solo entro a verlas y desearles dulces sueños, Sam le siguió —señor Koch, le quería pedir permiso para llevar a Harper a un especialista.

—Me parece bien, solo informe al chofer —Morgan busco en su bolsillo, saco su billetera.

Sam se apresuró a negar con las manos —no hace falta, yo tengo dinero.

—De ningún modo, Harper es mi responsabilidad, es más, ya le tengo una tarjeta solo...

Se escucharon unos aplausos —muy inteligente estrategia. ¡Mustia! ¿Por qué no tomas a tu hija y te largas? 

Sam de verdad se sintió insultada, ella ni siquiera le solicito dinero al señor Koch —mi estancia en este lugar durará hasta que el señor Koch lo diga. Y usted es solo una huésped incómoda.

Alice abandonó la pared en la que estaba recargada, sus pasos fueron apresurados y solo se escuchó cuando su mano se estrelló contra la mejilla de Samantha.

Morgan dio un paso para ir a alejar a Alice, pero se sorprendió cuando vio la mano de Sam volar y regresar la cachetada, —suficiente —dijo Morgan.

Pero eso no evitaría que esas mujeres se tomaran del cabello, Alice fue la primera en agarrar la coleta de Sam, y esta última no se dejaría.

Morgan estaba listo para intervenir, pero la mirada que Samantha le dirigió lo hizo desistir, era algo que necesitaba hacer, así que retrocedió, estaría como espectador viendo que eso no fuera muy lejos.

Sam terminó montada encima de Alice mientras le decía que sería mejor que se fuera, no era bienvenida y su horrible personalidad estaría mejor lejos de sus dos niñas.

Cuando Morgan cargo a Sam para alejarla de Alice, todavía manoteaba y pataleaba, Alice se incorporó desgreñada.

—¡Morgan, mira cómo me dejo!

—Será mejor que te vayas —Alice lo miro molesta —¡ahora...! O la suelto —Morgan se divertía y usaba a Sam para echar a su esposa.

Momentos más tarde Adele fue requerida para que se asegurara que Alice se llevara solo lo suyo, antes de salir Morgan la detuvo —toma, son los papeles del divorcio, fírmalos y una generosa cantidad será transferida a tu cuenta y da gracias que no hago válido el prenupcial.

...

Justo como Charles, el amigo de Morgan, predijo su visita a Carter Mitchell, no había tenido el resultado que Koch deseaba, ingenuamente Mitchell albergaba la esperanza de poder ganarle.

Y su as bajo la manga fue dejar vigilancia en el edificio donde Morgan residía, eso lo llevo a poder interceptar a la esposa del billonario.

Alice fue llevada hasta el hotel donde Carter se alojaba —buenas noches, no puedo creer que te echaran, ponte cómoda, te tengo una propuesta.

Para cuando la mujer llego allí, ya el chofer le había informado quién era Carter.

—Supongo que quieres unir esfuerzos para separar a esos cuatro —aunque Carter asintió, no comprendió muy bien lo que ella quería dar a entender.

—Quiero a mi esposa a mi lado.

—Pues buena suerte con eso, según lo que yo vi, esos dos se están acercando y ahora tienen la excusa perfecta, las mocosas. Ay perdón, una de ellas es tu hija.

—Descuida, no siento afecto por ella, pero debo usarla para recuperar a mi esposa.

—Pues yo al menos tendré una cifra decente —Alice tomo el sobre que su aún esposo le dio, por supuesto Carter lo leyó.

—Si te quedas con la niña tendrías más que esto, imagina lo que le podrías sacar en lo que tu hija crece.

Los padres de Alice tenían propiedades y dinero, pero desde que se fue del lado de Morgan ellos le cortaron el flujo de dinero, pues ellos sí tenían conciencia y estaban sumamente apenados con su yerno.

Maldigo el día que te conocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora