6. No lo merezco

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Samantha camino lento, su pecho se sentía constricto, paso a paso jalaba aire para poder ir a verificar que es lo que su amado hacía con aquella mujer.

Vasto que ella se acercara para escuchar las risas de la mujer, pues no estaban insonorizadas las habitaciones de la planta baja más que el estudio.

—Eres hermosa, muéstrame que tienes para mí —decía la voz de su esposo con un ritmo agitado.

Lo siguiente que escuchó la hizo marcharse a toda prisa, los gemidos de la mujer no eran otra cosa más que Carter, él si estaba siéndole infiel.

Alterada como se hallaba no podía volver a la habitación de Florence por lo que se fue al jardín, con cada minuto que transcurría la mente se le llenaba de ideas, qué tal si irrumpía, poco importaba que él se enojará.

En el momento que quiso hacerlo desistió, porque pensándolo mejor lo que su esposo hacía era una acción consiente, él tal vez fue llevado a cometer ese acto por sentirse traicionado. Su actuar sin dudas le estaba dando la estocada final a su matrimonio.

Y eso exactamente era lo que quería conseguir Carter, al llevar a la chica que conoció en el bar, deseaba, con todo su ser, pagarle con la misma moneda, que su traicionera esposa sintiera una pizca de lo que a él lo tenía agonizando día tras día.

Era la primera vez que él tocaba a otra mujer, besarla y acariciarla le causo repulsión, así que luego de algunos besos intensos, él se detuvo abruptamente.

—¿Qué sucede? —cuestiono la mujer.

—Dame unos minutos, voy a tomar una ducha —fue la excusa que primero le paso por la cabeza, no quería correr a la mujer, al menos no tan rápido. La había llevado con un propósito y debía hacerlo creíble.

Lo malo es que cuando salió del baño, la mujer estaba completamente desnuda —lo lamento, no me siento muy bien, será mejor que te marches. Mi chofer te llevará a donde quiera que le indiques.

Carter obtuvo su pequeña venganza, así que le extendió un cheque para que el asunto se terminara sin animadversiones.

Su farsa había funcionado tan bien que la que era su esposa, estaba pensando seriamente en abandonar toda esperanza de resarcir su relación.

...

Por la mañana Carter se sentía contento, más cuando probo los alimentos, no era la sazón de Samantha y muy seguramente estaría llorando por los rincones, aquel triunfo le supo amargo al marcharse al trabajo y verlas a lo lejos en el porche lateral, tomando el desayuno.

Al parecer no logro nada, incluso el pensamiento más siniestro que tuvo fue que ella ya no le amaba ni un poco.

El trabajo no le parecía en lo más mínimo interesante, lo que antes le apasionaba, de pronto perdió su encanto, después de todo cuál era el sentido de trabajar arduamente.

Para las cinco ya estaba pensando a qué lugar iría a intentar ahogar sus penas, pero ni llego al ascensor cuando una llamada de la casa entro a su celular.

—Espero que sea importante.

Al otro lado —lo es señor, usted nos pidió reportáramos en cuanto la señora fuera a salir.

—No lo permitan, voy para allá —Carter colgó, no permitió que le dijeran todo, y es que la chica vio cuando Amelia llamaba un taxi y ayudaba a Samantha a reunir sus cosas.

...

—Gracias Amelia por todo, espero poder verte pronto. —La mujer le dedico una sonrisa y antes de que no pudiera la abrazo fuertemente.

Maldigo el día que te conocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora