Más Allá De Las Fronteras.

4. Escapada Con Los Gossip Boys.

Cuando mis padres no están, Dixon y los Gossip Boys me llevarán.

Zaira. (4 días después)

—¡Mañana es sábado! —comentó Dixon con entusiasmo y una sonrisa enorme, observándome de cerca—. ¿Qué te pasa? Pareciera que en vez de cara, tienes un culo.

—Hoy tocan lecciones de inglés a... —saqué el celular—. Ahorita. —dejé el celular de vuelta en el bolsillo de mi suéter.

—¿Y qué tiene de malo? —me miró con confusión—. Te llevas bien con James, es tu profesor de inglés —se colocó delante de mí, sonriendo como si quisiera escuchar un chisme—. ¿O se pelearon?

Le di una mirada cansada y bufé con frustración—. Ya no. —Dixon me hizo una seña de que siguiera contando—. Pusieron a Davian Russo.

Frunció el entrecejo, más confundido aún.

—Es el chico del que te pregunté. Tiene cara de mierda —confesé, cruzándome de brazos—. Larga historia.

—No, no, no, tú lo cuentas todo —dijo, apoyando ambas manos en mis hombros.

—Luego de la pelea, James tuvo más deberes con el centro de alumnos y yo tengo el martirio de estar con Davian aprendiendo inglés.

Thiago se acercó, abrazándome por detrás para colocarse junto a Dixon—. ¿Cómo están mis panas? —se giró hacia mí—. ¿Y esta belleza por fin va a ir a la fiesta?

Fruncí el entrecejo, confundida, y los observé antes de abrir el casillero y tomar mi cuaderno de inglés—. ¿Qué fiesta?

—La fiesta de la hermana de Matthew —alegó Simón, llegando con nosotros.

Negué, sonriendo de forma forzada.

—¿Qué? Todos estamos invitados, hasta tú.

Respiré profundo, sujetando bien el cuaderno antes de golpearlos a los tres con él, haciéndolos quejarse—. ¿Captan que hubo una pelea y que por culpa de ellos terminamos todos en dirección, verdad?

Thiago hizo una mueca y suspiró, alzando las manos en son de paz mientras sujetaba una lata de papas de queso—. Si no vas, vas a demostrar que estás resentida.

—Estoy resentida —me crucé de brazos unos segundos antes de cerrar mi casillero y recoger mi bolso para caminar—. Y no, no voy a ir.

—Pero se van a burlar de ti. —me siguió Dixon con insistencia junto a los otros dos chismosos.

—Dixon —le hablé al moreno—. Si captas que estás castigado, ¿verdad?

—En efecto —contestó relajado, como si fuera lo más normal del mundo.

—... No me digas que te vas a escapar de tu casa para ir —supuse, alzando las cejas incrédula.

El moreno me observó con los ojos abiertos como platos, y se llevó una mano al pecho como si estuviera muy ofendido, recostándose dramáticamente contra un casillero. —Zaira, por favor, esa pregunta me ofende mucho —cerró los ojos con teatralidad—. Pero, por supuesto que me voy a escapar.