Elocuencia || Robin Le Normand

III

– No entiendo, ¿Cómo que Le Normand? – pregunto con inocencia. – ¿Cómo voy a conseguir un titular si nadie sabe dónde está?

– Ahí es dónde entra un buen periodista, uno que si que merece ser ascendido.

– Pero, ¿para que buscarle? Si él no quiere ser encontrado, ¿no se debería respetar?

– Parece mentira que pertenezcas a este mundo Maya. – dice algo molesto – Un periodista busca la noticia, el titular más grande del día o incluso del mes y si para ello tiene que hacer cosas como no respetar la privacidad de la otra persona lo hace.

– ¿Pero eso no está mal?

– Aquí da igual lo que está bien o mal, aquí no tenemos amigos. Si tu no lo haces otro lo hará, recuerda eso. – dice para después volver a mirar la pantalla el ordenador.

– ¿Entonces si consigo encontrarlo y obtengo información me ascenderá? – pregunto con algo de duda.

– Depende de que tan buena sea. – Mira una vez más la pantalla, para ya mirarme fijamente – ¿lo harás?

– ¿Podría pensármelo?

– Usted verá, pero el tiempo vuela, ya le he dicho antes que si no lo haces otro lo hará. Avíseme en cuanto lo sepa. – tras decir eso se leventa. – Eso sería todo puede volver al trabajo.

Después de esta conversación no consigo concentrarme en toda la tarde. No paro de darle vueltas a la conversación, no se si puedo hacerlo.
Sé que tiene razón en lo de que si no lo hago yo otro lo hará, pero si Le Normand no quiere ser encontrado, ¿para que molestarlo? Se escondió porque los periodistas no paraban de perseguirle y ahora quieren volver a hacer lo mismo.

Con todo esto en la cabeza llega el fin de semana, en el cuál por fin voy a tener un rato de paz, o eso pensaba.

El domingo me levanto algo temprano pero no le doy importancia. Voy a ver cómo se encuentra Saúl, ya que ayer por la noche me dijo que se encontraba algo mal.

Cuando entro en su habitación y lo veo sudando mucho por lo que me preocupo. Cojo uno de los termómetros y compruebo su temperatura. 39'5°C es demasido alto y más con su enfermedad, por lo que voy corriendo a por el teléfono y llamo a su médico, que me dice que le lleve lo más rápido que pueda al hospital y eso hago.

Una vez allí se lo llevan a hacer diferentes pruebas y tras lo que a mi me parece mucho tiempo, me dicen que ya está estable en una habitación y que puedo entrar a verlo.

Cuando entro lo primero que veo es que me está sonriendo, lo que hace que me quite un gran peso de encima. Parece que ya está bien así que no puedo evitar alegrarme, pero esa alegría me dura hasta que el doctor entra.

– Ha hecho bien en llamarme y traerle rápido Maya – dice para comenzar la conversación. – si lo hubieras traido más tarde las consecuencias hubieran sido peores.

– ¿Cómo que peores? – pregunto alarmada.

– Parece ser que la condición de tu hermano ha empeorado estos últimos días. También hemos detectado un virus que hace que su enfermedad empeore.

– Pero eso no puede ser. Últimamente ha estado bien. – digo en estado de negación.

– Ya sabes cómo son las cosas, un día puede estar bien y al otro no. Pero lo bueno es que ya está en tratamiento así que todo va a estar bien. – dice para que me tranquilice – Ya que estás aquí me gustaría hablarte de un nuevo programa que han sacado y que le vendría bien a Saúl. Se cuál es tu situacion financiera y que el costo es alto, pero quería que lo supieras y tuvieras la opción de decidir.

– Está bien, gracias. Me lo pensaré. – digo para finalizar la conversación y tras esto el doctor se va.

Todo esto es demasiado para mí, toda esta situación me sobrepasa.

Sé que si quiero que Saúl entre en ese programa necesito el ascenso, y aunque sé que lo que tengo que hacer no está nada bien, no me queda otra opción, tengo que hacerlo. Igual, si yo no lo hago otro lo hará, ¿no?

Está decidido todavía no sé cómo, pero encontraré a Robin Le Normand y conseguiré ese titular.

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