¡Me gustas!

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-__________, ¿Ya estás lista? -Preguntó Adrien desde afuera de mi habitación. -Ya son las 7:30. Ya vinieron por nosotros.

-¡Ya casi salgo! -Respondí desde adentro.

Pasaron menos de dos minutos y yo ya había salido de mi habitación. Adrien, quien estaba sumido en sus pensamientos, al notar mi presencia sus ojos se iluminaron y yo no pude evitar sonrojarme.

-Wow... No tengo palabras. -Había un leve sonrojo en su rostro. -T-te ves preciosa. -Dicho esto, tomó mi mano y la besó.

Yo reí levemente. -Gracias Ad, tu igual te ves muy bien.

Como siempre. Pensé

Adrien seguía viéndome con una sonrisa en su rostro, no les mentiré, me estaba poniendo muy nerviosa, así que decidí hablar. -B-bueno, ya vámonos, se nos hará tarde.

El rubio se aclaró la garganta y asintió. -Sí, tienes razón.

Dicho esto, ambos bajamos las escaleras para salir de la mansión y subirnos al auto que nos llevaría al evento.

Al llegar a dicho lugar, Adrien fue el que bajó primero y procedió a abrirme la puerta mientras me extendía su mano.

Al yo tomarla me percaté de dicho anillo que traía puesto, lo había notado en alguna que otra ocasión pero jamás le había prestado atención.

Su anillo me resulta familiar...

-Que bonito anillo. Nunca te lo había visto. -Le dije.

-Ah... -Rió nervioso. -Fue... Un regalo de mi papá hace unos años. -Yo entrecerré mis ojos levemente mientras asentía y le daba una pequeña sonrisa.

-N-no... ¿No me crees? -Cuestionó el rubio.

-No, no, para nada. Obvio que te creo. -Le di una sonrisa inocente. -Mejor vamos adentro. -Le dije y él asintió.

Mientras caminábamos pude escuchar que alguien gritó mi nombre a lo lejos, pero lo ignoré.

-¡___________! -Al escucharlo nuevamente me giré para ver quién era. Vi como un hombre pelinegro se acercaba corriendo hacia mi.

-__________, necesito hablar contigo. -Dijo el pelinegro algo agitado al llegar a donde yo estaba. 

Me encontraba con una cara de confusión, pero sentía que había visto a este hombre en algún lado.

¡Claro! es el hombre con el que choqué hace unos días.

El ojicafé pudo notar mi cara de confusión y volvió a hablar al ver que yo no decía nada.
-N-necesito decirte algo... E-es muy importante que lo sepas. -Yo seguía sin decir nada y al momento en el que dicho hombre estaba por volver a hablar mi madre intervino.

-¡__________! -Corrió hacia mi y me tomó el brazo, alejándome un poco del hombre que estaba frente a mí.

-Dylan, lárgate ya. -Dijo mi madre.

Dylan... ¿Dónde había escuchado ese nombre antes?

¡Ya se! fue una vez que pude escuchar a Gabriel y mi madre hablando.

-Dylan Laurent... -Escuché la voz del señor Agreste a pocos pasos cerca mío. -¿Qué tal España? ¿En qué momento regresaste?

-¡Eres un cínico, Gabriel! ¡Lo son, ambos, son unos mentirosos! -El hombre al parecer llamado Dylan miraba a mi madre y al señor Agreste con una mirada que no supe descifrar.

Adrien y yo nos miramos con cara de confusión.

-No, Laurent. Somos estratégicos. -Gabriel habló con su mismo tono de indiferencia.

Nuestro hilo invisible (A.A /C.N x lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora