21. Grinder

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Nada me había roto más que cargar con la culpa de lo que sentía, rompí mi propio corazón cuando decidí aceptar aquello que no merecía y creí que el tiempo curaría todo pero cuando la habitación está oscura la noche transcurre más lento; pensé que se me ocurriría algún modo de incrustar en mi pecho el cuchillo más violento.

Y divisé los ojos de mi sombra en primer plano, pero no quería acercarme para capturarlo en detalles; despegaba la verde en el grinder y en la taza echaba humos el oscuro americano, tan vivo como pasacalle.

Porque el miedo nace con gente y muere en soledad, y el café más caliente se enfría si no hay quien lo disfrute de verdad.

Ingrata; malagradecida, traicioné mi propia compañía sin saber que la ausencia de terceros podía quizás calmar mi agonía; porque el sueño se vive es con el alma despierta y los gritos no se oyen en cámaras desiertas...

Para terminar, encendí dos cigarrillos y tuve que ver como el otro se consumía a la intemperie; mientras más triste es la historia, más larga se vuelve la serie.

N/A: actualizo por acá para aprovechar de contarles, a todos mis lectores y más aún, a mí gente de la Guaira.

De nuevo, hacemos historia. He publicado un nuevo libro en Físico, está disponible en Amazon.

Para el próximo mes, traeré algunas copias, y me gustaría saber si alguno está interesado en adquirirla para hacer cuenta del pedido.

De antemano, muchas gracias, «Roma: porque al revés y al derecho fuiste la misma ruina» ya está en físico.

Desde el agua salada. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora