24. 2K18 - I

0 0 0
                                    

2K18 - I

Quiero que el miedo deje de empañarme el espejo, pues quiero verme a los ojos con claridad y si me va a doler lo que soy, que al menos la certeza de poder ser yo misma me libere del caos del mundo real.

Que los delirios de mi niñez se escapen de mis recuerdos tan rápido como huyó ese amor que una vez creí que sería eterno, como el borrón del lápiz de aquella última nota que escribí en el cuaderno; que las lágrimas rieguen la tinta del libro que escribí con el corazón en la mano pero que nunca nadie leerá.

Que la burocracia inherente de mis neuronas distribuya mi dolor y lo racionalice hasta poder manejarlos, que son tan intensos como para vivir dentro de alguien tan minúsculo; demasiado grande lo que tengo en el pecho como para habitar en un cuerpo tan escuálido como el que hoy evade la realidad desde las sábanas y se pierde entre los días con matices grises.

Porque no hay almohada que me cuide de las pesadillas, ni hada del bosque que cuide mis maravillas; no hay tierra firme para los artesanos, no hay tierra prometida para los artistas.

Y después de todo, no importa más el producto que el impacto; no somos lo que recibimos sino lo que damos y no siempre aceptamos aquello que creemos merecer, simplemente que no siempre somos lo suficientemente valientes como para conquistarlo todo y plantar una bandera con nuestro seudónimo en lunas nuevas.

Basta con tener los hilos del corazón fragmentados como para no querer luchar por estar mejor, así como toca caminar sobre el asfalto caliente, sin tan siquiera poder con el peso de tu cuerpo; con pastillas en el organismo, con el blíster vacío en el fondo del bolsillo.

Decidí morir en aquello que hacía mi alma el corazón de una bestia, en el amor que nunca me tuve y las ganas que me faltaron para detener todo aquello que rompía con mis lagrimales.

Me lancé al vacío, porque después de todo, ese precipicio estaba más lleno que yo, más lleno que mis métricas; más lleno que el rolling mismo.

Desde el agua salada. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora