17. Un poema de noviembre

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UN POEMA DE NOVIEMBRE, UN POEMA SIN MATICES.

Para el de los ojos tristes cargados de lágrimas de mentiras, que no supo lo que quería y entonces, me hizo dudar de mi misma.

Para los ojos cafés que un día dejaron de quitarme el sueño porque no tenían cafeína real, mejor quedarme dormida que esperar algo de ti, aunque se tratase de un beso de despedida.

Para un corazón con vendas que no curaban sino que más bien, empeoraban la herida con cada mentira, con cada trato inmerecido, con cada justificación innecesaria ante sus errores.

Girasoles que se marchitan, chocolates que se acaban, si a mí no me importa, ¿Que te hace pensar que a ellos si? ¿Qué te hace pensar que ahora, mis amigos si quieren escucharte, que quieren saber de ti?

Debería ser esto un poema de noviembre, un poema sin matices. Nunca fuiste lo que estaba bien, era yo; la que buscaba en tí el reflejo de mí, yo era la vitrina en la que podías ver tu reflejo sin dejar de ver en mi interior, y tú...

Imbécil, insolente e ingrato, portador de narcisismo vacío en todas tus letras, chico alfabeto, te presento mis propias líneas, mi propia poesía de shit calcinando tus daddy issues y cada una de tus brain cockroaches; tú eras el espejo, porque yo me veía y creía que eras tú, porque yo veía maravillas en tus ojos que siempre estuvieron en los míos, porque imaginé que eras todo lo que siempre quise y aunque nunca quise, te idealicé.

Desde el agua salada. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora