17. Adiós

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ADIOS.

Me dijo «Nos vemos luego» y yo ya sabía que esta era una despedida, y no una de esas en las que sus miradas se prometen un «Hasta luego», esta vez era definitivo.

Esto era un adiós, y con ese amor tirado por la borda se fue también el brillo de mis ojos, se fue también el reflejo de la luna ante la copa de ritual en el balcón, se fueron los poemas, las rimas y esa última canción...

Se fueron las fotografías en el forro de mi celular, el llavero de aquel viaje que no hicimos y la historia que nos prometimos escribir; sin escaleta, con una línea de tiempo arrugada.

No volví a pintar su rostro, no volví a dibujar su cara en las baldosas del baño con mis dedos mientras veía una carrera de gotas de agua caliente mientras mi cuerpo se desvanecía entre la ducha.

No habían ganas de continuar, ni siquiera por la idea de volverlo a encontrar.

Y lo supe... Cuando volteé a ver su espalda por última vez, supe que no volvería a clavar mis uñas en ella, que no me quedaría dormida en su hombro durante los viajes en busetas.

Y todo esto, ni siquiera pasó. Casi nada de esto pasó y muchas de estas cosas se murieron en el tiempo porque fui demasiado cobarde como para decirle lo que sentía.

Nunca viajamos, ni siquiera hubieron fotos, salidas... No escribimos nada juntos, yo solo escribía en el aire su silueta con el humo de mi cigarrillo de madrugada.

Aún puedo intentar subirme al tren, pero me quema la idea agonizante de creer que tal vez no quiera pararse en mi estación y siga de largo, y yo me quede ahí, con el amor intacto y en la maleta, las ganas de quedarme a vivir en su pecho.

N/A: Es cierto, hay amores de los que tenemos que despedirnos, aún si nunca pasaron.

¿Ustedes han tenido que despedirse de alguien que les hacía mucha ilusión pero que nunca pasó?

📌 Me gustaría que me dejaran un tema aquí para escribir un capítulo sobre eso.

Desde el agua salada. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora