16. Si un día no me ves - I

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Si un día no me ves — I.

Me gusta darme cuenta de que he cambiado potencialmente pero que sigo siendo la misma, de que sigo siendo la pequeña que lee libros en su habitación hasta altas horas de la madrugada pero que ahora sueña con crear esas historias con las que tanto se desvelaba, aunque a veces, no tenga la voluntad suficiente de comenzar otra historia; la que quiere ser el nombre de la poesía que reciten los sensibles, la filosofía que defiendan los sabios y el arte en la voz de lo que cantan.

La que quiere bailar sola en la oscuridad de su habitación, la que escucha rock y pega saltos ridículos imitando a los artistas; la que ríe, siente y llora penas que no son de ella, la que sufre en silencio cuando no puede cambiar algo, la que se llena de frustración y se ahoga en su propio lago, la que despierta de mal humor si no tiene un café dulce amargo.

La que se pasa la vida culpándose por el daño que le hacen los demás, aún sabiendo de sobras que no todo lo puede controlar.

He cambiado, pero sigo siendo la misma persona; la que disfruta de tomarse un café sola en el balcón pero valora la compañía y el cariño de quienes ama.

La que grita en el papel y lo mancha con sus lágrimas, la que se molesta con la vida, con Dios y a veces hasta con ella misma cuando no logra entender por cuenta propia la razón del porqué suceden las cosas y piensa que todo está mal.

Eso soy, la niña que escribe y habla sola, la que se ríe de los chistes que ella misma cuenta. La que se pinta el cabello de un color diferente cada vez que puede; la que se siente coqueta cuando se viste sencilla, la desordenada que monta los pies en el mueble y no sabe sentarse de forma correcta en ninguna silla.

Yo soy, el desastre cuando se mete en la cocina y que no sabe hacer casi nada, la que no se peina pero le encanta hacerse cambios en el cabello y arriesgarse a tomar decisiones con looks que no sabe si le quedarán bien.

La que duerme hasta tarde, la asocial que casi nunca sale, la que se pierde en el arte de crear y de creer en los demás; la que cree en el amor gracias a su inconmensurable forma de querer, la que viste de negro porque los colores los lleva dentro. La de ojos color café y a veces miel, que a veces es dulce y otras, su carácter de la una dureza amarga que le sienta tan bien.

Si un día no me ves, recuérdame como la mujer, o la niña que siempre fui; lee mis cartas y quédate con todo lo que alguna vez sentí.

Si un día no me ves, puedes apropiarte de todo lo que te dije y todo lo que te escribí, aunque yo nunca le escribo a nadie; tienes permiso de creer que alguna vez fue para ti.

Desde el agua salada. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora