Bosco estaba leyendo un artículo que había encontrado en internet con notable interés. Durante toda la tarde había estado buscando información fidedigna sobre un tema en particular y había fallado miserablemente.
Todas las paginas que había encontrado durante su búsqueda le habían proporcionado información e imágenes han grotescas que lejos de ayudarlo, lo había confundido aún más.
Alguna vez en la escuela sus profesores habían comentado que cuando se trataba de estos temas, lo ideal era hablar con alguien de tu entera confianza, no con amigos que tuvieran la misma, o menos, experiencia que ellos; también decían que debían evitar buscar en internet, ya que podían encontrar información poco confiable o que generara expectativas poco realistas; de preferencia hablar con tus padres era la mejor opción.
Su papá no era una opción: su relación era mucho más cercana y Bosco podía notar cómo iban avanzando a pasos agigantados desde que comenzaron a tomar terapia, pero hablar de lo que Bosco quería hablar... bueno, era un puente que no habían cruzado aún.
Si su mamá estuviera viva, Bosco seguramente habría hablado con ellas sobre las dudas que le carcomían la mente sin ninguna vergüenza: sabía que su mamá lo entendería, que no solamente sería una buena guía, sino que también haría que la conversación fuera fácil, ligera.
Desafortunadamente, su mamá no estaba con él en ese momento, por lo que quedaba descartada.
Hablar con Gala no era una opción: su hermana probablemente lo aconsejaría, pero haría un montón de bromas y comentarios incómodos en el camino que Bosco prefería ahorrarse, muchas gracias. Por no contar qué, seguramente, Gala se lo terminaría contando a Salomón, lo que solo empeoraría las cosas para Bosco.
La persona ideal para esta conversación era Pedro Pablo, pero como el tema en cuestión lo involucraba profundamente, Bosco no quería hablar con él sobre eso.
Bosco había dedicado parte de la noche en buscar información: después de horas de búsqueda, por fin parecía haber encontrado un artículo que tenía la parte teórica que a él le faltaba.
Así que ahí estaba, a las dos de la madrugada, leyendo un artículo sobre cómo tener relaciones sexuales por primera vez y no morir en el intento.
Bosco era completamente inexperto en el tema: si no contaba la única vez en que él y Pedro Pablo se habían provocado un orgasmo a través de sus mutuas caricias, Bosco no había tenido ninguna otra experiencia con nadie más.
Pero últimamente y con cada vez más frecuencia, Bosco se encontraba fantaseando con Pedro Pablo en situaciones cada vez más... indecorosas, por decirlo de alguna manera, especialmente por las noches.
Le incomodaba mucho la situación porque Pedro Pablo no parecía estar experimentando lo mismo que él, y eso lo hacía sentir sucio, como si estuviera cosificando a su propio novio.
Ya habían pasado tres semanas desde que habían dado de alta a Pedro Pablo, y desde entonces... nada de nada.
Se besaban, claro, y con muchísima frecuencia: incluso Mireya y Esteban ya habían hablado con ambos sobre la importancia de elegir lugares privados cuando las sesiones de besos fueran más... intensas -Una vez Salomon los había encontrado fuera del baño de los Roble con Pedro Pablo encima de Bosco como un pulpo mientras, a palabras de Salomon, Bosco "le hacía un examen de amígdalas" a Pedro Pablo-. Sin embargo, fuera de los besos, que eran más que placenteros eso si, no habían llegado a nada más serio.
Bosco se moría de ganas de volver a estar así con Pedro Pablo, pero al parecer, su novio tenía otros planes.
Cada vez que las cosas empezaban a subir de tono en alguna de sus sesiones de besos, Pedro Pablo bajaba la intensidad y luego encontraba una excusa para irse a otro lado. Bosco ya había perdido la cuenta de cuántas duchas de agua helada había tenido que tomar en los últimos días, así que estaba dispuesto a hacer lo necesario para cumplir con su misión.
ESTÁS LEYENDO
Eres para mí|Bospa
FanfictionPedro Pablo Roble y Bosco Villa de Cortes están enamorados. Todos lo saben, incluso ellos mismos, pero no saben cómo confesarlo.