-¿Puedes tender la toalla donde va en lugar de dejarla hecha bola encima de la cama? Se va a apestar- la voz de Pedro Pablo era molesta; últimamente siempre sonaba así cuando le hablaba a Bosco.
-Si tanto te molesta, ¿por que no la tiendes tú?- respondió Bosco encogiéndose de hombros con arrogancia, lo cual sólo irritó más al rizado.
-Porque no soy tu personal de servicio; hazlo tú, es tu responsabilidad-
-Lo haré cuando termine de afeitarme-
-Bien- Bosco escuchó como Pedro Pablo salió de su recámara azorrando la puerta con más fuerza de la necesaria; el castaño simplemente puso los ojos en blanco, continuando con su proceso de afeitado.
Bosco no entendía qué era lo que estaba pasando, pero llevaban un par de meses peleando como perros y gatos, justo como lo habían hecho al inicio de su relación, cuando se conocieron.
Hace seis meses Bosco había sido seleccionado para representar al país en los próximos Juegos Olímpicos de Brisbane, en Australia; era casi poético, pues el primer, y único, campeonato que había perdido había sido justamente en aquel país, por lo que Bosco sentía esta oportunidad como su revancha, como su momento de enmendar esa única mancha en su historial como esgrimista.
Cuando se lo había contado a Pedro Pablo, su esposo no cabía de la felicidad y el orgullo que sentía por él; le organizó una cena con toda su familia; en donde celebraron con muchos ánimos aquella brillante oportunidad en la carrera deportiva de Bosco; después, cuando todos se fueron, Pedro Pablo lo había consentido de formas que solo él podía hacer; Bosco aún podía recordar el tacto de las manos de su esposo recorriendo su cuerpo y sonreía solo de recordar aquella noche tan mágica.
Sin embargo, ser deportista olímpico era un compromiso enorme; Bosco apenas y tenía tiempo para respirar, compaginando sus obligaciones del día a día con todas las prácticas que tenía que realizar en el centro de alto rendimiento para poder estar listo para aquella oportunidad de oro. Así que, para estar lo más preparado posible, Bosco y Pedro Pablo habían decidido que el castaño dejaría, momentáneamente, su trabajo como arquitecto para dedicarse exclusivamente a competir.
Los gastos de Bosco eran muy pocos en comparación al nivel que había llevado en su adolescencia; aunque ahora ambos eran profesionistas y ganaban bastante bien, el castaño se había acostumbrado a una vida mucho más austera gracias a los años como universitarios en donde tenían que hacer malabares para cubrir todos sus gastos; jamás tuvieron carencias, pero tampoco se permitían muchos lujos, pues eran conscientes de que debían ahorrar.
Ahora, gracias a los ahorros de aquellos años, se podían permitir sobrevivir casi un año únicamente con los ingresos que Pedro Pablo generaba en su empleo en la galería y en la escuela de arte; el rizado compaginaba ambas cosas con mucho gusto, pues amaba por igual el dedicarse a vender las piezas de arte que él, y otros artistas con los que trabajaba, creaban, así como impulsar y desarrollar en los niños y adolescentes el amor por el arte y por todo lo que la creatividad implicaba.
Los primeros meses Bosco apoyaba en las tareas del hogar; cuando llegaba del centro de alto rendimiento, un par de horas antes de que el rizado lo hiciera de la galería, intentaba ordenar un poco el apartamento y preparar la cena para su esposo. Pero en los últimos meses, Bosco llegaba cada vez más cansado; las prácticas y los entrenamientos eran tan demandantes, que habían habido noches en las que tenía que llamar a su papá para que fuera por él, ya que apenas y podía mantener los ojos abiertos.
Eso había provocado que Pedro Pablo cargara, él solo, con todas las responsabilidades del hogar; tanto económicas, como de limpieza y orden del apartamento. Bosco se sentía muy incómodo sabiendo que era una carga para su esposo, incluso cuando el rizado jamás se lo había dicho ni lo había tratado como tal, por lo que estaba siempre a la defensiva; tomaba como un ataque personal casi todos los comentarios de Pedro Pablo, pues sentía que su esposo se estaba hartando de él.
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Eres para mí|Bospa
FanfictionPedro Pablo Roble y Bosco Villa de Cortes están enamorados. Todos lo saben, incluso ellos mismos, pero no saben cómo confesarlo.