Aunque Bosco había utilizado esmoquin en muchas ocasiones de su vida, todas ellas bastante importantes, en esta ocasión, al verse frente al espejo con aquel elegante traje negro engalanado con una corbata azul marino, el rizado apenas y se podía reconocer.
No es que hubiera algo particularmente diferente en su aspecto aquel día; con excepción del traje, Bosco se veía de una manera muy similar a cómo solía lucir todos los días; su cabello estaba igual de indomable que siempre, la única diferencia era que había decidido engomarlo ligeramente para que el viento no lo despeinara durante la velada que tenía por delante; sus lentes estaban ahí, enmarcando sus ojos igual que todos los días, listos para hacerlo ver en vivo y a todo color hasta el más mínimo detalle en aquel día tan especial.
Bosco había pensado utilizar lentes de contacto para verse mejor en las fotos, pero Pedro Pablo lo había convencido de dejarse sus típicos lentes de aviador; según su casi esposo, se veía mucho más atractivo con aquellos lentes que le daban un aspecto mucho más filosófico, mucho más intelectual. Y si Pedro Pablo decía rana, Bosco, indudablemente, saltaría.
Sin embargo, la diferencia más grande en el rostro de Bosco radicaba, indiscutiblemente, en la magnitud de la sonrisa que se dibujaba en su rostro y que se negaba a desaparecer.
Era lógico que su sonrisa fuera tan grande, tan perfecta; al final del día, aquella sonrisa había sido pintada por el mejor de los pintores: su casi esposo, Pedro Pablo.
Faltaban sólo unos minutos para que llegara el tan ansiado momento en el que Bosco por fin se reuniría con Pedro Pablo en el jardín para su boda civil y espiritual; después de tanta espera, después de tantos preparativos y de tanta organización, Bosco estaba a solo unos minutos de convertirse, oficialmente, en el esposo de Pedro Pablo Roble.
La sola idea lo ponía tonto de felicidad, lo hacía sentirse mareado, casi borracho del júbilo y la alegría que le recorrían el cuerpo.
-¿Puedo pasar?- la voz de Gala se escuchó del otro lado de la puerta; Bosco le dio permiso de entrar a la recámara y vio a su hermana con un sencillo, pero elegante, vestido rosa pastel- Te ves guapísimo, Bos- le dijo su hermana con voz emocionada.
-Gracias, hermanita, tú también te ves preciosa- respondió Bosco con una sonrisa; no creía ser capaz de dejar de sonreír en todo el día.
-¿Estas nervioso? Aún podemos escapar si así lo quieres- bromeó Gala, haciendo reír a Bosco.
-Gracias por la oferta, pero tú sabes que no hay otro lugar en el mundo en el que quisiera estar- la honestidad en la voz de Bosco conmovió a Gala; ¡que bonito debía ser tener un amor así!
-Me da tanto gusto que hayas encontrado a Pedro Pablo; los dos se hacen tanto bien, ¡son la pareja perfecta!- le dijo Gala aplaudiendo con emoción mientras hablaba.
-Lo somos- respondió Bosco con arrogancia- Vas a ver que tú también encontrarás a alguien que te hará tan feliz como Pedro Pablo me hace a mí- agregó con cariño; él sabía lo que su hermana anhelaba vivir un amor como de película.
-No sé si eso llegue a pasar- respondió Gala titubeando.
-Que no haya funcionado con Salomon no quiere decir que no va a funcionar con nadie más- respondió Bosco con simpatía; apreciaba mucho a su cuñado, pero sabía que, al menos en esos momentos, él no era el indicado para hacer feliz a su hermana.
-¿Y si la estoy regando? ¿Qué tal que Salo es la única persona con la que genuinamente me puedo relacionar? Tal vez nos apresuramos a terminar; no quiero ser mamá, ni siquiera creo querer casarme, pero tal vez con el tiempo podría cambiar de opinión...-
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Eres para mí|Bospa
Fiksi PenggemarPedro Pablo Roble y Bosco Villa de Cortes están enamorados. Todos lo saben, incluso ellos mismos, pero no saben cómo confesarlo.