28. Yo soy para ti

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El sábado de la competencia de Bosco, Pedro Pablo amaneció sintiendo una inexplicable opresión en su pecho; la ya conocida ansiedad se había instalado en él sin ninguna razón aparente, nublando por completo el clima de emoción y anticipación que se sentía en el ambiente de todos los presentes en aquel recinto.

Pedro Pablo no quiso externar con Bosco su preocupación, ya que carecía de fundamentos y podría poner a su prometido innecesariamente nervioso; Bosco siempre estaba muy confiado antes de las competencias, pues tenía la certeza de haberse preparado lo suficiente para dar lo mejor de sí, pero Pedro Pablo también sabía que, si había alguien en el mundo cuya intuición pudiera poner nervioso a Bosco, probablemente sería él.

Así que en ese momento, mientras estaba junto a Esteban, su tía Paz, Gala y el resto de los pequeños niños Villa de Cortes en las gradas esperando el turno de Bosco para participar, Pedro Pablo intentaba controlar el constante movimiento ansioso que su pie mantenía desde la mañana.

El rizado pensó qué tal vez la comida familiar que habían organizado después de la competencia para anunciar su compromiso era la razón de su nerviosísimo, pero no se podía mentir; ambos sabían que aunque su familia entera se opusiera a su matrimonio, sus planes ya eran claros como el agua: en cuatro meses, él y Bosco se casarían ante la ley del hombre en una ceremonia civil y ante Dios en una ceremonia espiritual. Obviamente no era el matrimonio por la iglesia que se acostumbraba tener de manera tradicional, pero si tendrían una especie de ceremonia con un sacerdote que les daría su bendición; era algo importante para ambos.

-Ya le toca a Bosco- la voz de Gala lo trajo de vuelta a la realidad y Pedro Pablo dejó, por un momento, de pensar una y otra vez en el porqué de ese sentimiento de opresión que no se iba por más que lo intentara.

-¿Contra quién va?- preguntó Pedro Pablo con interés.

-Contra uno de los de Jalisco- dijo Gala con desagrado.

Bosco ya les había hablado de los chicos de Jalisco; al parecer, eran dos primos que llevaban preparándose para las competencias prácticamente desde el momento en que aprendieron a caminar. Ambos eran muy talentosos y uno de ellos ya había ganado la competencia nacional el año pasado, representando al país en Londres.

Sin embargo, por lo que habían visto hasta el momento, ambos eran bastante agresivos y tramposos en los combates: ya habían lastimado a dos chicos con el sable, provocándoles ligeros sangrados; los habían amonestado, pero, para sorpresa de todos, ninguno había sido descalificado de la competencia como Pedro Pablo sabía que dictaba el protocolo.

Lo más seguro era que, debido a su constante participación en los torneos y su representación internacional, los jueces estuvieran predispuestos a hacerse un poco de la vista gorda mientras nadie resultara realmente herido.

La situación no hacía más que empeorar el ya bastante delicado asunto de la ansiedad que Pedro Pablo sentía; el rizado sabía que el esgrima era un deporte bastante seguro, sobretodo considerando que involucraba sables, pero los accidentes podían pasar y Bosco podía terminar herido de alguna manera. El solo pensamiento provocaba que Pedro Pablo sintiera náuseas y un ligero dolor de cabeza producto de la preocupación que sentía al saber que su prometido estaba a punto de entrar en combate con uno de los chicos más peligrosos, y tramposos, de la competencia.

-¿Crees que sea seguro que Bosco se enfrente a ellos?- preguntó Pedro Pablo en tono preocupado mientras buscaba a Bosco con la mirada para sentirse más tranquilo.

-Espero que si; normalmente no pasan estas cosas en las competencias, no entiendo porqué no descalificaron a esos dos- respondió Gala.

En ese momento, Bosco y su oponente se pusieron en posición de combate y la pelea dio inicio.

Eres para mí|BospaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora