Pedro Pablo abrió los ojos de golpe; por la poca iluminación de la recámara, el rizado asumió que aún era de madrugada, cosa que confirmó revisando el reloj de su celular; marcaban las tres de la mañana.
Se giró un poco para acurrucarse con Bosco cuando sintió el vacío en la cama; Bosco no estaba dormido junto a él. Eso extrañó a Pedro Pablo; Bosco tenía el sueño muy pesado, jamás se levantaba en las noches, ni siquiera a tomar un vaso de agua.
Pedro Pablo salió de la recámara para buscarlo; tal vez le había dado hambre o algo así y estaba en la cocina. Caminó con cuidado bajando silenciosamente las escaleras para no despertar a nadie; todos habían tenido un día difícil, necesitaban descansar.
Llegó a la sala y sintió que sus zapatos pisaban algo extraño, algo viscoso y pegajoso: era sangre.
Pedro Pablo se puso alerta y comenzó a voltear desesperadamente hacia todos lados, buscando de donde podía venir la amenaza; no la encontró.
Lo que si encontró, hizo que su corazón se detuviera un momento por la impresión y sintiera el irrefrenable deseo de vomitar; su corazón se detuvo en el momento en que su mirada se enfocó y vio que en el piso, estaba el cuerpo cubierto de sangre y sin vida de Bosco Villa de Cortes.
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-¡Pedro Pablo! ¡Amor!- Pedro Pablo escuchó la voz de Bosco y abrió los ojos de golpe bañándose en el ámbar de los ojos de Bosco, esos ojos que tanto amaba y que había sentido por un momento que había perdido para siempre; su mirada llena de vida fue como el oxígeno que Pedro Pablo necesitaba en ese momento; esa mirada valiente y profunda fue lo que reactivó los latidos del corazón de Pedro Pablo.
Todo había sido una pesadilla; una terrible pesadilla. La peor pesadilla que Pedro Pablo había tenido en su vida.
Pedro Pablo abrazó a Bosco con todas sus fuerzas; necesitaba aferrarse a él, sentir la calidez que la sangre corriendo por su cuerpo a través de sus venas le brindaba, escuchar los latidos de su corazón, esos latidos que se aceleraban en Bosco cuando ellos estaban juntos y con el sonido de esos latidos poder confirmar que realmente todo había sido una pesadilla horrible. Pedro Pablo nunca había sentido tanto terror en su vida; probablemente el recuerdo de Bosco muerto en el piso lo iba a perseguir para el resto de sus días, un recordatorio del trauma tan grande que Pedro Pablo aún cargaba sobre él y que necesitaría trabajar mucho para poder superar.
-¿Quieres contarme de tu sueño?- preguntó Bosco mientras lo seguía abrazando con fuerza; Pedro Pablo llevaba ya varios minutos aferrado a él, no parecía tener ninguna intención de soltarlo pronto; eso a Bosco no le molestaba en lo más mínimo, podría pasarse la vida entera entre los brazos suaves y hogareños de Pedro Pablo. Además, por los gritos y el sudor en la frente del rizado, era obvio que había tenido una pesadilla.
-Estabas muerto, estabas muerto, tirado en el piso y lleno de sangre- respondió Pedro Pablo en un susurro ahogado que rompió el corazón de Bosco; Pedro Pablo estaba llorando. A Bosco le dolía en el alma cada vez que Pedro Pablo sufría; de haber podido, Bosco habría hecho algún trato con el universo para ser él quien tuviera cada pesadilla, cada mal sueño o cada momento de inquietud que estuviera destinado para Pedro Pablo; si Bosco tuviera la capacidad de borrar para siempre el dolor de Pedro Pablo, lo haría sin dudarlo por un segundo aunque eso significara tener que sufrir él mismo.
-Aquí estoy, vida, estoy bien, mírame- dijo sujetando delicadamente la barbilla de Pedro Pablo para hacer que esté lo viera a los ojos mientras le hablaba- Estoy bien, estamos bien y vamos a estar bien, ¿de acuerdo?- Bosco comenzó a sentir como el cuerpo de Pedro Pablo se iba relajando poco a poco con sus palabras y con sus caricias; Bosco comenzó a besar el rostro del rizado suavemente; primero la frente, después sus mejillas, su nariz y por último, sus labios. Bosco no sabía si sus palabras serían suficientes para calmar a Pedro Pablo, pero esperaba que sus besos también lo ayudaran a sentirlo cerca, a sentirlo vivo; él sabía mejor que nadie lo que el terror ante la perspectiva de perder al amor de su vida podía ocasionar, lo había sentido en carne propia el día anterior.
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Eres para mí|Bospa
FanfictionPedro Pablo Roble y Bosco Villa de Cortes están enamorados. Todos lo saben, incluso ellos mismos, pero no saben cómo confesarlo.