Por primera vez Maxine se sintió realmente ansiosa y emocionada por encontrarse con Ryan. Una parte de ella sintió la esperanza de que podría ser el principio de su desenamoramiento por Jackson.
Llegó hasta el sitio de helados donde él la había invitado y se sorprendió al verlo esperándola afuera con un pequeño ramo de rosas.
Ella le sonrió y giró los ojos mientras caminaba hasta donde estaba.
—¡Wow! Definitivamente te sientan muy bien los vestidos —le dijo en cuanto la tuvo cerca.
Tomó su mano y la hizo girar para apreciar la belleza de su silueta.
—¡Ay! Solo lo dices por compromiso.
—Por supuesto que no Max, eres bellísima y todos lo saben, la única que no se da cuenta eres tú.
«Y Jackson», añadió ella en su mente.
—No debiste traerme nada —comentó refiriéndose a las flores.
—Si no traigo nada, quedo como un completo patán, por supuesto que tenía que traerte algo bonito.
Maxine recibió las flores, aunque no es que ella fuese una chica de flores, pero no le molestaban. Ryan le ofreció el brazo y ambos entraron a la tienda de helados.
El lugar estaba medianamente lleno, había algunos niños y familias, y también parejas acarameladas.
Se acercaron hasta el mostrador donde un chico muy amable los atendió.
Obviamente Maxine terminó escogiendo el sabor de chocolate porque era su favorito, pero lo acompañó con otras cosas, como fresa, sirope de caramelo y un cono.
Por su parte, Ryan solo pidió un helado de piña colada.
Mientras esperaban su pedido fueron a sentarse en una mesa libre frente a la ventana. Ryan no dejaba de mirarla con una sonrisa y eso la ponía nerviosa.
—No puedo creer que estemos aquí, después de todo lo que pasó —comentó ella.
—Lo sé, es una locura, pero siento que aprecio más estos momentos debido a todo eso.
—Sí, es verdad —convino Maxine.
A pesar de que ella estaba tratando de no pensar en Jackson y en su hermana, no podía sacárselos de la cabeza. Estaba un poco preocupada por su seguridad, después de todo, se supone que la habían asignado a ella y no a otro por una razón.
—Y entonces, ¿de qué se trata ese trabajo misterioso que tienes? —indagó su amigo.
El mesero llegó en ese momento con los helados y los dejó en la mesa. Maxine enseguida tomó el suyo, metió una cucharada y comió.
—Mmm, no, sabes que no puedo decírtelo.
—¿Ni siquiera a mí?
—¿Tú me dirías por qué estás aquí? Porque hasta donde sé, tu servicio no había acabado todavía.
—En realidad... —Ryan hizo una especie de puchero que le causó gracia—... ok, te lo diré, solo porque confío en ti con mi vida.
—No es necesario.
—Estoy aquí en una misión secreta.
Maxine lo miró con algo de escepticismo, pero cuando vio que él no se rio, entendió que era enserio.
—¿De verdad?
—Ajá. Es algo internacional, no puedo decírtelo tampoco, pero es grande.
—Eso es fantástico, me alegro por ti.
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La Guardaespaldas del CEO
RomanceJackson es el CEO más atractivo y codiciado de Washington D.C. pero no solo es perfecto físicamente, también es un genio; sus negocios van de la mano de la industria armamentista. Luego de estudiar ingeniería muchos años en el extranjero, regresa co...